viernes, 1 de agosto de 2014

La Casa Que Enloquece

   Como prometí, este tercer post irá dedicado a hablar un poco de las benditas administraciones, a las que adoramos y amamos y que todo nos lo facilitan. Porque qué seríamos nosotros, pobres mortales cubiertos de piojos y miseria, sin esa estupenda burocracia que nos allana el camino y nos hace el destino más sencillo, más prometedor, más lleno de esperanza, de luz y de color.

   Pues sí, seríamos más felices, realmente.

   Lo primero, es que España no permite casarse en su territorio a ninguna pareja en la que ninguno de sus miembros resida actualmente en la nación. Ni siquiera si uno de ellos tiene nacionalidad española: el padrón es requisito imprescindible. O eso me dijeron, para ahorrarse trabajo. Tal vez de hacerlo allí nos habríamos ahorrado trámites pesados y situaciones curiosas, como la de celebrar una boda con un intérprete. Pero la cuestión es que no nos lo permitieron. Por otra parte, es posible que sea una ventaja: aquí podemos atender a la bendita y amada burrocracia (no es un gazapo) con más facilidad que a 2000 km. de distancia.

   Para que una pareja de Europeo + No-europeo se case en Austria, requieren de cada uno de ellos un certificado de nacimiento reciente (seis meses), un certificado de residencia (o padrón, o, en mi caso, Meldetzetter), y un certificado de soltería (además de la identificación, claro está). En el caso de la persona no europea, los documentos originales tienen que estar apostillados. Todos estos documentos se deben traducir al alemán, y con estos, se debe pedir cita para realizar ya el enlace. Para pedir cita cualquier persona vale como intérprete: para la boda propiamente dicha, debe ser un intérprete jurado.

   Me va a costar un poco recordar el trámite que seguimos en Zapopan, dado que a lo tonto modorro, hace prácticamente un mes de aquello. Fuimos el primer día al edificio de la gobernación, donde solicitamos el certificado de nacimiento, y después un certificado de residencia de la Princesa. Nos atendía una señora que tenía aspecto de haberse comido a otra señora mucho más simpática que ella. Nos recogió los papeles a regañadientes y nos dijo que fuésemos al día siguiente a recogerlo. Nosotros no nos rendimos, y fuimos a solicitar el certificado de soltería. A una ventanilla. No, a la otra. No, mientras te lo preparan tienes que ir a la caja 3 para pagar. No, a la caja 3 del piso 2. Regresa a por los papeles. No, pero es que para recoger los papeles necesitas el certificado de nacimiento. Pues ya vuelve al día siguiente y recoges las dos cosas. Regresas al día siguiente a primera hora de la mañana para que te dé tiempo a todo. No, los certificados de nacimiento no los expiden hasta las doce en punto (porque debe de ser que a las 11:55 no los tienen listos).

   Al menos así nos dio tiempo a desayunar. ¡Chingado, no nos apetece re-desayunar! Da igual, desayunamos, a falta de nada mejor que hacer... Nos hacemos unas fotos, oh, qué bonito. La verdad es que la basílica de Zapopan es bien bonita, estaría bonito casarnos allá. Al final, a las 12:02 (¡maldita sea, qué impuntuales!) vamos a por el certificado de residencia, y con él solicitamos el certificado de soltería. Nos dicen que tarda de dos a cinco días naturales, y estamos ya a miércoles. El sábado nos vamos. Ainssss.

   Afortunadamente, llamamos el viernes y nos dijeron que ya lo tenían preparado. Las chicas que nos expidieron aquel certificado de soltería eran bastante más simpáticas que la anterior (la mala de La Sirenita), y les contamos toda nuestra historia. Se quedaron de piedra cuando vieron las fotos de Sankt Johann. Mil gracias a ellas, que nos atendieron MUY bien, la verdad.

   Nos faltó poder apostillar todos los documentos, pero eso se lo dejamos encargado a mi suegro (bien buena onda el hombre, no sé qué haríamos sin él). De hecho, mientras escribo estas líneas, él ya tiene los documentos apostillados, y tenemos pendiente investigar de qué manera ultra-segura enviarlos acá. ¿E-mail? No, no, eso no vale, no es oficial. Es mucho más seguro para todos enviarlo a través de un avión, carreteras, caminos llenos de bandidos, víboras, ratas, fantasmas y dragones.

   Ahora llega la administración espaustriaca ("¡Yo soy espaustriaco!"). De momento he conseguido pedir, a través del Consulado Honorario de Salzburgo (al que íbamos con miedo, pero donde nos atendieron bastante bien, al final), el certificado de nacimiento y una fe de estado civil. El certificado de soltería español es curioso, porque no lo expiden para la persona que se quiere certificar que está soltera: se expide para los dos contrayentes. ¿Para qué, si el certificado de la Princesa ya lo tenemos? Ah, porque Spain is different. No sé. En cualquier caso, para solicitar el certificado de soltería necesito primero el certificado de nacimiento, así que estamos a la espera de que Madrid nos lo remita.

   Cuando Madrid nos envíe el certificado de nacimiento, tendré que pedir un día libre en el trabajo para ir a Viena, porque el certificado de soltería (que en alemán se llama Ehefähigkeitszeugnis, y minipunto para quien consiga decirlo en voz alta) hay que solicitarlo presencialmente.

   De momento, así es como estamos. ¿A que es sencillo? Me han hablado de casos similares, para conseguir residencia, para conseguir la nacionalidad española (después de casados)... Todo el mundo se choca con la burrocracia. Lo hacen todo tan simple. ¿Verdad que todos nos acordamos de aquel famoso episodio de Las Doce Pruebas de Astérix?


   A veces dan ganas de regresar a la Edad Media... Menos por la peste y la Inquisición y eso. La Inquisición apestosa no está bonita.

   Mientras tanto, la Princesa y yo seguimos disfrutando del tiempo que llevamos juntos. Cada minuto a su lado es un sueño hecho realidad, y trato de disfrutarlo al máximo. Trato de darle toda la felicidad que soy capaz. Es lo único que me importa. Como dijo el gladiador Máximo, "Todo lo demás es polvo y aire".

« La parte contratante de la primera parte será igual a la parte contratante de la primera parte. »
- Groucho Marx en "Una noche en la ópera".

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