jueves, 26 de junio de 2014

Contando los minutos

   Ayer miércoles amaneción de nuevo cubierto por una capa de nubes grises, como un manto triste sobre el pueblo que se niega a dejar paso a la luz del sol. A veces estos días tan grises resultan algo deprimentes, impidiendo que los rayos cubran el campo de sus diferentes colores. Una fina lluvia caía a intervalos. Sin embargo, a media mañana, el sol acabó por salir. Y luego se volvió a quitar. Y luego llovió un poco. Y luego volvió a salir el sol. Este es el tiempo con el que uno nunca sabe con qué ropa salir de casa. Ora necesitas un paraguas, ora necesitas unos pantalones cortos.

   Por la mañana, recién salido de la ducha, llaman a la puerta. Mi casera necesitaba urgentemente un secador para el pelo. Sé que era una llamada de desesperación por su parte, ¿pero se imagina alguien que yo utilice uno de esos? ¿Para mantener estilizada mi hermosa cabellera al viento, brillante bajo el escaso sol centroeuropeo, un Legolas de los Alpes? Me podéis imaginar agitando la cabeza de un lado a otro mientras escribo estas lineas, haciendo que mis cabellos floten como si estuviera bajo el agua, haciendo formas imposiblemente artísticas.

   Y, tonterías al margen, evidentemente no tenía secador de pelo.

   Hoy los de la tienda por fin me han devuelto el ordenador. Parece que funciona, pero durante un rato me ha dado problemas el controlador de la tarjeta gráfica. Estaba empezando a pensar que podía estar la tarjeta gráfica rota físicamente. Lo he actualizado todo, me he querido asegurar de que todo estaba en su última versión. Y nada. Al final la solución ha sido inhabilitar el controlador y volver a habilitarlo de nuevo. Si al final todo se arregla con apagar y encender. ¡Qué ilusión me hace volver a tener el aparatito!

   Aunque no tanta ilusión como despedirme de todos ustedes por unos días. Y no por el hecho de despedirme, ojo. Que no es que los desprecie. Me hace ilusión el motivo por el que me despido, que todos conocen ya muy bien. Me hace ilusión que, mientras escribo estas líneas, estoy contemplando la ropa de invierno mal colocada en el suelo, y más allá la maleta en la que suelo guardarla. La maleta ahora está rellena por un montón de juegos de sábanas que me sobran, un par de zapatillas, algo de ropa básica, enseres de limpieza, documentación, algún libro... Lo que uno necesita cuando viaja.

   Porque sí. Mañana viajo. Viajo a las estrellas. Viajo a vivir. Viajo a un sueño hecho realidad, que vive y que palpita, y que a partir del sábado por la noche no dejará de renovarse, crecer y mejorar cada día que pase. Viajo hasta el fondo del alma pasando por los peajes del destino, y ocurra lo que ocurra, nunca dejaré de crecer, de aprender y de tratar de hacerme más merecedor de ella.

   Ella. La sola mención de su nombre ilumina su sonrisa en mi cerebro, haciendo que suene música celta en el corazón. Los minutos se van haciendo más estrechos según se acerca el momento en el que volveré a abrazarla, a sentirla, a respirar cerca de ella. Que los sueños se cumplen, está claro. Yo no creí que una persona así siquiera fuera real. Pero lo es. Yo no creí que un amor tan intenso fuera posible. Pero es posible.

   Mañana, cuando regrese de trabajar, tomaré mis maletas y me marcharé a Munich. La ciudad alemana será el punto de partida para mi viaje, para mi vida, para todo lo que quiero.

   Es el primer día del resto de mi vida.

   Sólo faltan dos, y nos fundimos.

« Pase lo que pase te amaré hasta el día de mi muerte. »
- "Come What May", de la banda sonora de "Moulin Rouge".

martes, 24 de junio de 2014

El color de la lluvia

   Ayer lunes el día amaneció bien, como siempre últimamente. Pero a lo largo del día se fue empeorando poco a poco.

   Áigor regresó de sus vacaciones por Cuba, diciendo "Hola mi neeeegro". No, eso no, pero sí que regresó con un "Buenosss tíassss" que se veía que había practicado. No le salió mal, saluda con un acento bastante español para haber estado en el Caribe.

   Su regreso ha sido un bien y un mal. Un mal, porque ya se me había olvidado de lo difícil que era sacar una explicación clara y concisa de él (sobre todo concisa). Ya hemos vuelto a tener un par de conversaciones de las de estar diez minutos diciendo lo mismo. Pero, las cosas como son, había muchas cosas en las que sin él estábamos perdidos. Había una tarea que no podíamos terminar porque sólo él sabía por qué se había hecho algo. Había otro par de tareas en las que simplemente teníamos dudas, pero como sólo quedaban un par de días para que regresara, decidimos esperarle. Es que, nos quejaremos, pero en el fondo los seres humanos nos acabamos yendo a lo fácil.

   Durante ese día también nos trajeron una planta nueva a nuestra sala de la oficina. Una maceta grande. Creo que es un árbol de Brasil. Pusieron la maceta encima de una mesa, y la planta ya casi llega al techo. Imagino que no pasarán muchos meses antes de que haya que bajarla al suelo.

   A la tarde, tuvimos la última sesión de clase. Vimos el resultado de nuestro Abschulusttest (lo he escrito de memoria, así que seguro que alguna letra se me ha olvidado). Estoy contento, 54 sobre 60. Para no haberlo preparado está bastante bien. Durante esta última clase además el día terminó de empeorar y empezó a llover copiosamente. Recuerdo que el día por la mañana estaba bastante bien, de manera que allí estábamos todos con ropa de verano, preguntándonos cómo íbamos a salir al chaparrón.

   Una de las últimas cosas que hicimos fue escuchar una canción popera (creo que se llamaba Dieses Weg) y tratando de entender lo que decía. Se me hizo imposible, francamente. Además el estilo de aquel tipo me recordaba peligrosamente a Take That. Otra cosa que hicimos fue, en principio, apuntarnos para volver a reincorporarnos a las clases el 15 de septiembre. Espero no hacer el vago como hago siempre, y seguir practicando hasta que llegue esa fecha. De momento tengo pendiente terminar el maldito Monkey Island.

   Si nos preguntábamos cómo íbamos a salir a la lluvia, la solución fue la esperada: mojándonos. No hubo manera de evitarlo. Tuvimos que pegarnos una carrera hasta la estación de trenes (la primera vez en semanas que la compañera no había traído su coche, si hay que creer en la Ley de Murphy). Allí nos despedimos, pues sospecho que muchos no nos veremos en todo el verano.

   Al llegar a casa, ya sabiendo que España había ganado el partido más importante que jamás se hubiera podido disputar en un mundial (modo sarcasmo OFF), llegó el momento de ver qué hacía México. Y no decepcionaron nada. La verdad es que en este mundial hay que animar a México, no sólo por lo que me toca: están dando la sorpresa agradable del campeonato. Las cosas van a estar difíciles contra Holanda, pero estaremos ahí dándolo todo. De hecho, ese partido lo veré ya, junto con mi Princesita, y su familia, el domingo. A una hora razonable. ¡Sin que haya un retardo de minuto y medio entre lo que ve ella y lo que veo yo! Jajajajaja la verdad es que, si uno se lo toma con filosofía, está bien divertido: en las reacciones de ella sé lo que ha ocurrido, y un rato después lo veo. Es como el flashback en el que Grissom dice "Yo le diré lo que pasó" al final de un episodio de Cé-Ese-I.

   Va siendo hora de ir cerrando temas. Esta mañana he llamado al banco y he confirmado que no necesito activar mis tarjetas de crédito para utilizarlas en el extranjero. También he llamado (y por la tarde he ido) a la tienda de electrónica, y me han dicho que aún no han conseguido el disipador para mi ordenador. Ya les he dicho que si no lo tienen para el jueves, se lo van a tener que quedar hasta mediados de julio, pero me han dicho que no hay problema. También tengo ya repelente de mosquitos (para por las noches) y un par de cosas del comer y del beber que me han pedido que lleve. ¡Es que las cervezas y las salchichas de Austria están muy buenas!

   La lluvia no deja de caer, y de tronar. A la hora de comer me he dado cuenta estúpidamente de que hace tres días que entramos oficialmente en el verano. Como si importara. Aquí parece que el clima siempre es el mismo: imprevisible. Los pobres meteorólogos se deben de volver locos para obtener unas estadísticas en este país. ¿Qué tiempo hace en Austria en verano? Psé, cualquiera. Algunos días el sol abrasa (y vosotros, queridos lectores seguidores sabéis que ya me he quemado en una ocasión), y otros días hay que salir con botas de goma. Y de momento no soy capaz de decir que unos días sean más habituales que otros. A lo que salga.

   He estado pensando que se me empieza a hacer aburrido el aspecto de este blog. Puede que próximamente le cambie la plantilla. Le quiero dar un toque más de crónica. No sé, ya veré cómo lo hago.

   De momento lo importante es centrarse en lo que falta: necesito ir buscando el billete de tren e ir imprimiendo los billetes de avión. Porque mañana estaré diciendo que pasado mañana me voy de viaje. Un viaje largo, más que el de April Ryan, pero con una meta al final que será el principio de todo lo que es bueno en la vida.

Un día bueno
   Porque quien me espera al final del viaje es la persona más fantástica que hay, y sé que toda espera, y todo lo que haga por ella, merecerá la pena. Y la quiero. La quiero mucho. Se acerca el momento...

   Días que faltan para abrazar a mi amada Princesita, mirarla a los ojos, decirle que nunca la abandonaré, soñar juntos el uno en la mirada del otro: 4.

« - ¿Me prometes que regresaré?
    - No. Y si lo haces no serás el mismo. »
- "El Hobbit" (filme).

domingo, 22 de junio de 2014

La ropa, las horas y los nervios

   Otra semana se ha ido. El tiempo vuela, aunque parecía que no iba a llegar nunca el final del mes de junio. Hemos tenido un par de días de tormenta, pero en general se puede decir que el verano ha llegado a Sankt Johann. La mayoría de los días son soleados, el aire es cálido, hay un montón de moscas (y de polillas por la noche) y en general se hace pesado salir a la calle durante el día. Lo que demuestra que esta zona de Europa podría no ser mucho más agradable, climáticamente, que España. Espero equivocarme. Aún está por llegar el mes de agosto.

   El miércoles hicimos el mega examen en el curso de alemán. Creo que me fue bastante bien. Sabremos el resultado mañana. También he pedido los dos libros de texto, nuevos, para volver a trabajarlos desde el principio. He empezado con el primero, y estoy haciendo todos los ejercicios en el ordenador para no usarlo. Así puedo usar los textos todas las veces que considere.

   Otra cosa que ha vuelto durante esta semana es el Oso. Así llamamos la princesa y yo al animal que sea que se acerca a la casa y me abre las bolsas de basura. La que había fuera sólo era de plásticos, pero aún así la ha abierto y ha tirado el paquete de mantequilla. Ya conseguí hablar con mi casera sobre el tema, y me dijo que me pasaría el calendario de recogida de cada tipo de basura. También que se llevarían la mesa y el televisor que tienen aquí que me sobra, pero eso me lo lleva diciendo desde hace meses. Algún día será verdad. Confío.

   El jueves no pude ir a donar la ropa como había pensado, porque efectivamente había una ligera lluvia, y me dio pereza llevarla. Pero lo hice ayer. Y al llegar junto al contenedor y abrir la maleta, un hombre en bicicleta se paró a mi lado y me pidió echar un ojo a mi ropa. Me pidió con gestos, porque si yo hablo más bien poco alemán, él tampoco hizo intento de empezar una verdadera conversación. Se quedó con un par de camisas y unos pantalones que creo que habían sido de mi abuelo. Y mira que se lo dije. Sehr alt. Pero se rió, y se los quedó. Estupendo. Cualquier persona a la que le pueda venir bien...

   Ya queda menos de una semana. Estos días próximos hay que prepararlo todo. Comprar lo que vaya a necesitar allí (entre otras cosas bastante necesarias, un repelente de mosquitos), hacer la facturación del aeropuerto, imprimir los billetes, comprar el billete de tren (por si acaso), volver a estudiar por quinta vez el itinerario que tengo que hacer para llegar al aeropuerto de Munich, preparar las dos maletas... Maletas que irán prácticamente vacías porque la idea es comprar ropa allí, pero aún así, algo hay que llevar para pasar el domingo, jeje.

   Y sobre todo la cargaré de ilusión, de amor y de ganas de estar finalmente con mi Princesa. A la que echo tantísimo de menos. Echo de menos despertar a su lado por las mañanas, ver sus ojos abrirse e iluminar el mundo, ver su sonrisa entregar al mundo un oxígeno tan necesario como hermoso. Hacerla feliz. Quiero, quiero, quiero tantísimo hacerla feliz. Y voy a hacerla feliz. Sé que puedo.

   Ya no queda nada. Seis días. Seis. El doble de tres, apenas. Nada.

« Todos soñamos con ser un caballero y tener
algo por lo que luchar y un amor que defender.
 »
- "Ancha es Castilla", Mägo de Oz.

domingo, 15 de junio de 2014

Caracartón

   Ha pasado otra semana, y el día para que la Princesa y yo volvamos a estar juntos se acerca. Es emocionante, ilusionante (si existe esa palabra), y también da un poco de respeto. Quiero hacerlo bien, quiero que sea feliz, eso es lo fundamental. Ya sólo nos queda un fin de semana, y al siguiente estaremos juntos, abrazándonos, queriéndonos, para siempre.

   Me he pasado este día de domingo haciendo espacio en la casa, principalmente pensando en cuando venga ella. Tiene casi totalmente libre un armario y parte de otro, un par de cajones pequeños para pijamas, y la mitad de otro cajón que uso para las camisetas.

Su lado
   También he aprovechado para guardar la mayor parte de la ropa de invierno en una maleta, mientras dure el calor. La mayor parte de la ropa de invierno... que he conservado. Porque en otra maleta, y tres bolsas, he guardado un montón de ropa que tengo intención de echar en un contenedor de ropa. Ya sea porque está muy vieja, ya sea porque me está enorme, la verdad es que tenía una cantidad de ropa bastante ridícula, considerando que casi siempre me pongo lo mismo. Algo así como veinte camisetas, dos docenas de camisas, pantalones con la cremallera rota que sabe Dios por qué conservaba, una docena de pares de calcetines blancos, una decena de juegos de toallas (!)... Me he deshecho de muchísimas cosas y me he quedado sólo con lo que realmente uso. Bueno, de hecho de las toallas no me he deshecho porque me las han pedido.

Mi lado, el menos importante.
   También he tirado todo el papel y cartón que se me había ido acumulando desde que llegué. Cosas compradas en Ikea, cosas que me han enviado desde España, recibos, billetes antiguos de tren, incluso cromos... Tenía un montón de papeles acumulados que no sabía dónde tirar. Al final me he decantado por un contenedor de reciclaje que hay detrás del cine, y que no estoy seguro de que nadie deba usar aparte de los trabajadores del cine. Por eso he ido en domingo. Para poder llevar las cajas me he pasado la mañana triturándolas, y he hecho cuatro viajes en total arriba y abajo. Y no he hecho más porque la ropa que decía antes la llevaré al contenedor el jueves, aprovechando que es festivo.

Pobre Amazonas...
   Ay, lo más importante es que ya no queda nada para estar junto a la Princesa. Sólo un fin de semana más, y al siguiente estaremos juntos. Nuestro próximo aniversario será juntos. Tengo ganas también de que su familia me conozca bien, de que se queden tranquilos. Para mí su felicidad no es menos importante para ellos. Y estaremos en contacto contínuo, para que sepan cómo se va encontrando ella.

   Ay, cada minuto es un minuto menos que falta para que estemos juntos. Cada rayo de sol es bueno porque la ilumina a ella al mismo tiempo. Respiro con fuerza esperando que esa bocanada de aire llegue hasta México y ella pueda darse cuenta.

   No hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla.

   Faltan exactamente 13 días.

« Nada es imposible. »
- Eslogan de Nike.
No, no este Carton...

lunes, 9 de junio de 2014

Ya llegó el verano, ya llegó la fruta

   Pues sí, si hace unos días me quejaba de no ver nunca el sol, ahora me toca quejarme del calor infernal que hace a mediodía. Y es que, todo el que me conoce, sabe que soy un poquito quejica, jeje.

   Por ejemplo, anoche salimos a tomarnos unas cervezas, y la verdad es que por la noche ya se nota calor. Al menos para mi gusto. No corría nada de aire. He salido un par de días a mediodía a hacer recados, y es horrible la temperatura a esa hora. Bueno, en realidad no es tan malo, si a uno le apetece sudar y eliminar la grasa de la piel, los puntos negros de la nariz, etc. Pero yo no me quedaría parado mucho tiempo en el mismo sitio. Hoy he comido en McDonald's, y me he dado cuenta que tal vez meterle calorías al cuerpo no era lo que más necesitaba.

   El viernes recibí un envío de España, pero este parece estar saliendo un poco rana. Por una parte, de las tres cajas que me enviaron desde casa, la que contenía casi toda la ropa de verano no ha llegado. Así que estoy en casa en calzoncillos. A ver, no tengo ningún pantalón corto. Eso sí, están limpios, de verdad, lo prometo.

   Por otra parte, una de las cajas contenía un ordenador de sobremesa (una torre) en el que invertí bastante dinero el pasado mes de septiembre, porque la idea era que durase mucho tiempo. Pero ha llegado con el disipador despegado de la placa base, y probablemente con alguna otra pieza suelta también. Así que la semana que viene lo tendré que llevar, con ayuda de alguien, a la tienda de electrónica para ver si me lo pueden arreglar. A ninguno se nos ocurrió que además de embalarlo con un montón de protecciones, también habría sido bueno meter papel de burbujas dentro de la torre. Lo digo por si, en el futuro, alguien quiere enviar un ordenador por correo, que lo tenga en cuenta.

   Eso sí, tengo aquí ya todas mis peliculitas y mis blurráis.

   Si en los próximos días este blog se actualiza menos a menudo es porque he vuelto a escribir ficción. Estoy trabajando en una nueva novela, aún sin título. Pero la historia corta está escrita, y los capítulos en que pretendo dividirla también. Así que estoy dándole ya a la redacción. A ver si esta vez consigo terminar algo.

   Los Dos Reinos, la que empecé a escribir con dieciséis años, es probable que se quede sin terminar, definitivamente. Cuando empecé con ese relato, era una historia que, sutilmente, trataba de cómo nuestra vida nos controla mucho más que nosotros a ella. Han pasado doce años, han pasado muchas cosas, he cambiado, y he dejado de estar de acuerdo con esa afirmación. De hecho, hoy por hoy, estoy bastante en contra. Así que la esencia de la historia para mí ya se ha perdido, y sin eso, lo único que tengo es otro hijo bastardo de El Señor de los Anillos, además nada disimulado (¿una compañía que incluye un elfo y un enano que se hacen amigos? ¿Una princesa que es rescatada de la guarida de un dragón? ¡Dadme el Nobel de la originalidad!).

   Esta semana no hay curso de alemán, ninguno de los dos días. Debemos aprovechar para prepararnos para el Abschulusstest, el examen que incluirá todo lo que hemos visto desde el mes de enero. Será el miércoles 18. ¿Pero quién va a concentrarse en un examen con el mundial de fútbol empezado? Parece que no sepan cómo funciona el mundo...

   Días que faltan para que la princesa y yo nos sentemos a ver un partido de fútbol abrazaditos mientras le acaricio el cuello y ella respira sobre mi pecho: 19. ¡Ya estamos en los diecis!

« La creación es un acto de pura voluntad. »
- "Jurassic Park", film de Steven Spielberg.

jueves, 5 de junio de 2014

Doscientos Cuarenta Y Tres

   Tal día como hoy, hace exactamente ocho meses (y además, creo que más o menos a esta hora), cayó del cielo una fuente de luz sobrenatural, mística, maravillosa, que vino a llenar mi corazón y mi vida de una felicidad que nunca antes había conocido. Hoy hace ocho meses que las nuevas tecnologías, de las que llevo ya algún tiempo renegando (y de la que voy a seguir renegando, porque la mayoría de las veces, jopelines) propiciaron que me encontrase con una flor llena de colores vivos y preciosos en mitad de una estepa siberiana gris y fría.

   Y tomé esa flor sin pensar demasiado si sobreviviría a mi invierno particular. Y es que yo nunca he sido excesivamente bueno con las plantas, o al menos, nunca he tenido muchas en casa. Pero esta flor cogió raíces, y empezó a crecer y a fortalecerse. Y resultó que la flor, dentro de mi casa, era mucho más hermosa aún de lo que me había parecido allá en la estepa. Y daba una fragancia que inundaba los sentidos y me hacía sonreír, sonreír, sonreír como si no pudiera haber tristeza en el mundo.

   En realidad creo que me equivoco al recordar este día con tanta fuerza. Porque el día cinco no tiene nada de especial. Nada. Los que son especiales son cada uno de los días que ha pasado desde aquella tarde de otoño, en la que la suerte me sonrió y me dijo "aquí te dejo esto, a ver cómo lo cuidas". Especial es cada hora, cada minuto, cada parpadeo de su mirada que hace que el viento se levante llevando consigo todo lo bueno del mundo. Especial es cada segundo que paso a su lado, y cada segundo que, aunque no esté a su lado, sé que está bien.

   Cada broma, cada chascarrillo, cada expresión nativa mal entendida, cada risa, cada guiño, cada abrazo, cada beso, cada sueño, cada posible futuro imaginado... incluso cada lucha, cada tropiezo cada decepción, cada volver a levantarse y seguir luchando por nosotros... Son parte de una historia, la nuestra, que como las buenas teleseries, no quiero que se termine nunca, ni aún con la muerte. Me gusta ver cómo esta historia sigue creciendo, haciéndose más importante, haciéndose más hermosa. Porque ya pronto, muy pronto, estaremos juntos, luchando juntos por permanecer juntos, y juntos seguiremos porque estando juntos, nada podrá hacer que dejemos de estar juntos. ¿Cómo estaremos? Sí, juntos.

   Juntos y felices.

   Siendo uno.

   Completos.

   Hace tres días que el Rey de España anunció que abdicaba. Me importa más bien poco. Hace ocho meses que la Princesa de mi Corazón se instaló en su justo trono, y este pueblo que es el mío, saciado y contento y con todo por delante, no tiene ninguna intención de hacer que se vaya.

   No te vayas nunca, mi amor.

   No cambies nunca, y yo cambiaré sólo lo que haga falta para hacerte más feliz. Es mi promesa.

   Te amo.

   Días que faltan para volver a abrazarte, a mirarte, a besarte, a hacerte ver con gestos y no con palabras que siempre te voy a amar: 23.

   Días que han pasado desde que viniste a darme la felicidad y a llenar mi libro en blanco de los poemas y las canciones que sólo se encuentran en los cuentos más hermosos: 243.

« Lo más grande que nunca te sucederá es que ames y seas correspondido. »
- "Moulin Rouge", de Baz Luhrman.

 

martes, 3 de junio de 2014

El Rey es la pieza más lenta del tablero

   Debería haber escrito sobre este tema ayer, y no hoy. En pocas palabras: ha seguido lloviendo y escapando a intervalos (y volviéndonos locos a los que queremos saber con qué abrigo salir de casa), he tenido un examen de alemán que me ha salido un poco a medias (mañana sabré el resultado) y el trabajo que estaba haciendo avanza a marchas forzadas porque ahora mismo no depende sólo de mí. Bueno, que si dependiera de mí tampoco habría ninguna garantía de que fuese más deprisa, ¿verdad?

   Pero todo eso queda apartado en segundo plano ante la noticia que nos sacudió ayer a todos los españoles: el Rey de España, Don Juan Carlos I de Borbón (y, sólo por curiosidad, os recomiendo que busquéis su nombre completo, parece de un culebrón venezolano) abdica y cede la corona a su hijo, a quien presumiblemente en dos o tres semanas ya estaremos llamando Felipe VI (no, no éste).

   Y se abre ahora el eterno debate político en España. ¿Monarquía sí, monarquía no? ¿Tercera República? Por cierto, que hablar de la Tercera República en alemán es peligroso, por menos de nada te equivocas de palabra y nombras al Tercer Reino.

   Personalmente soy republicano. Es una pena, porque tengo que reconocer que Juancar siempre ha sido muy buen diplomático. Incluso el dichoso viaje de los elefantes seguro que estaba sirviendo para establecer o mantener algún contacto. Y su hijo ha estudiado desde el día que nació para desempeñar esa responsabilidad. Después de cuarenta y pico años, no se puede negar que esté preparado. Además, el Rey, y el Príncipe, por alguna extraña razón, son las únicas figuras que todos los grandes políticos de este país respetan. Creo sinceramente que si en estos casi cuarenta años los españoles no nos hemos liado a hachazos los unos con los otros ha sido por la mediación y la figura inamovible del Rey.

   Pero a mi parecer, los pros que puedan presentar estos reyes se quedan bastante eclipsados frente a los contras que presenta la institución monárquica. Para empezar, el hecho de que sea un puesto vitalicio. Hoy no sabemos qué tipo de gobernante va a ser Felipe (perdón) DON Felipe. No sabemos si va a gobernar en absoluto, o si va a hacer como su padre los últimos veinticinco años y va a seguir el ejemplo de la Reina de Inglaterra. Y en caso de que decida gobernar, lo cual seguramente no sería muy democrático, ¿cómo gobernaría? Personalmente me sentiría bastante tranquilo si supiera que dentro de unos cuantos añitos podemos echarle, igual que a un presidente.

   La segunda pega importante que me presenta la institución de la Monarquía es la sucesión hereditaria. No me cabe duda de que Filipo el Alto es un hombre sobradamente preparado, y al parecer, serio. Como he dicho antes, lleva preparándose toda la vida para ello. ¿Pero por qué tiene que ser él el sucesor? ¿Por decreto divino? ¿Porque nació para serlo? ¿Por qué el resto de los españoles no podemos decidir quién queremos que sea el jefe del Estado? Que Juancar, el mismo hombre que otorgó a los españoles la capacidad de votar quiénes querían que fueran sus gobernantes, ahora no tenga reparos en colocar a su chaval a dedo en el puesto más alto que se puede tener, es cuanto menos irónico.

   El tercer problema, por supuesto, es económico. Mantener una familia real (que es toda una familia, y no viven en un piso de setenta metros precisamente), sale verdaderamente caro a las arcas del Estado. Y ahora mismo no creo que esté el horno para bollos. De todas maneras este es un mal menor, porque como apuntaba alguien muy cercano a mí, si hoy la Monarquía desapareciera, el dinero que se le destina iría a parar a destinos que no tienen nada que ver ni con los ciudadanos ni con los servicios públicos que reciben. Así que tal vez no merezca mucho la pena discutir sobre eso.

   Así que sí. Juancar nos dio la Democracia, de eso no cabe duda (y al que salga con el argumento de que eso era lo que más le convenía, le recuerdo que antes hubo otro caudillito al que durante cuarenta años le funcionó relativamente bien lo contrario). A eso hay que estarle agradecido. Por muy podrido que esté actualmente el sistema (y lo está, y mucho), al menos tenemos la libertad de poder hablar del tema en voz alta. Yo lo puedo escribir en un blog público sin miedo a que me lo cierren, y mucho menos a que venga la policía a mi casa. Bueno, vale, sí, estoy en el exilio en cualquier caso, pero incluso en España no tenía ese miedo. Y esto, mis queridos lectores, tiene un valor que debemos saber apreciar. Yo no sería capaz de vivir en un país en el que no pudiera decir lo que pienso en voz alta. No sería capaz de vivir con miedo a que se me escape algo. A hablar demasiado alto, que me oigan los vecinos, que me oiga alguien que pasa por la calle, y me ponga una denuncia. Yo no podría vivir en el franquismo. Y agradezco enormemente a mi Rey (sí, sigue siendo mi Rey) que el franquismo terminara.

   Pero como el mismo Rey dijo en su discurso, ha llegado el momento de dar paso a una nueva generación, que ponga en marcha las reformas estructurales que la situación actual requiere. Dudo mucho que él lo dijera con un doble sentido republicano, pero yo lo voy a tomar así, que me viene muy bien. La Monarquía es una institución de la Era Clásica. El primer precedente que yo conozco es el de la dinastía que comenzaron un tal Julio y un sobrino suyo llamado Octavio, en cierta preciosa ciudad italiana, hace algo más de dos mil años. Gente que sepa más de historia que yo seguro que sabe encontrar casos anteriores.

   Pero el mundo ha cambiado. Se mueve a una velocidad de espanto, no podemos agarrarnos a él de lo deprisa que va. Y de la misma manera que llevo media vida defendiendo que, en el mundo actual, cuatro años de legislatura son una barbaridad (bien se ha demostrado ya que con dos te sobra para destrozar un país), con muchísima más fuerza voy a defender que el Gobierno en manos de una dinastía que se perpetúa indefinidamente, es una idea terrible, anticuada, y de la que podemos decir una única cosa buena: tenemos la enorme suerte de tener unos Reyes a los que no les da por utilizar su poder todo lo que podrían. Y, con lo divididos que estamos los españoles, bien que podrían.

   Pero como no se eche abajo esa institución pronto, esa suerte podría terminarse en esta generación, o la siguiente. Quién sabe.

   Mucha gente ha salido a las calles a pedir la Tercera República. Que se revise la Constitución. Como poco, que se pregunte a la gente si se quiere revisar. Yo habría ido, de haber estado en España (aunque últimamente no me entusiasman las manifestaciones de mi país, tengo mis razones). Pero voy a ir incluso más lejos: yo no sólo pediría que se consulte a la gente; además, pediría una ley que garantice que la misma pregunta se hará cada treinta o treinta y cinco años. Porque, de la misma manera que nosotros ahora nos planteamos si nuestra Constitución no merece una adaptación, una reforma, una actualización, un Service Pack, ¿por qué vamos a negarle el derecho a tener las mismas dudas a nuestros hijos? Al menos una vez por generación se debería hacer esta consulta.

   Por cierto, quienes me conocen saben que intento quitar hierro a las bobadas que dicen los políticos, porque son eso, bobadas que ya no engañan a nadie. Pero hoy nuestro Presidente, y después su segunda, han dicho una cosa que me ha parecido de una estupidez supina: que quien quiera cambiar la Constitución debe presentar una propuesta a las Cortes para que se vote. Esta idea es una soberana tontería, toda vez que ya sabemos (porque lo han dicho) que tanto el PP como el PSOE la rechazarían de plano, y que entre los dos partidos cuentan con unos 300 de 350 diputados. Lo único que los demás partidos pueden hacer es lo que están haciendo: tratar de convencer a uno de los dos de que cambie de idea.

   Pero, mucho me temo, que esa será otra historia y en otro momento será contada. No ahora. No este mes.

   Días para abrazar y besar y amar mucho a mi adorable Princesita, la cual también es republicana como la Princesa Leia: 25.

« Hay reyes y reyes. Y este podría dedicarse a gobernar. »
- "Alatriste" (filme)

domingo, 1 de junio de 2014

Por la mama

   Hoy es el cumpleaños de mi madre. Grandísima mujer. Siempre llena de cariño, no ya hacia sus hijos o hacia su familia. Sino hacia todo el mundo. Siempre capaz de una palabra amable, siempre capaz de hacer el día de las demás personas mejor, mucho mejor. Lo celebramos ayer comiendo juntos (Skype mediante, por supuesto).

   Qué decir de la persona más amable y más llena de bondad que he conocido. Esa mujer de voz maravillosa que siempre se ha desvivido por sus hijos, que siempre ha tenido un momento para ellos, que nunca ha faltado cuando ha hecho falta. Siempre ansiosa de visitar lugares nuevos, de conocer gente nueva, de hablar con todos y de todo. De sonrisa eterna y contagiosa, cuando canta, no canta sólo ella, sino que canta el mundo entero. Puedes sentirlo. Puedes sentir que la Tierra está contenta.

   Amante asímismo de la pintura, del cine y de la historia de España, no hay una rama de la ciencia por la que no sienta al menos una pequeña curiosidad. Eso la hace aprender mucho de todo, y ahora que ha descubierto Internet, ha descubierto una puerta abierta a toda clase de información. Siempre insiste, con razón, de que se podrían hacer más películas históricas en España, que hay material para ello. Hasta que eso llega (por favor, otra Alatriste no), se contenta con leer toda novela histórica que cae en sus manos.

   No recuerdo una sola vez que haya necesitado ayuda y no haya podido contar con ella. No recuerdo una sola vez que no haya estado ahí cuando he necesitado a nadie. No recuerdo una sola vez que haya estado a disgusto con ella.

   Por todo, por muchos años, gracias, mamá.

« Mujer, he ahí a tu hijo; hijo, he ahí a tu madre. »
- Evangelio de San Juan