domingo, 30 de marzo de 2014

Sillas vacías, mesas vacías

   Ya marcharon todas las visitas. Y la verdad es que ahora la casa se me hace demasiado vacía, demasiado silenciosa. Echo de menos a mis padres llenando las habitaciones. También echo muchísimo de menos a la princesa. Giro la cabeza y me muero de ganas de verla en la cocina, o en la mesa mirando las fotos, o buscando música de su país (¡larga vida a Los Tigres del Norte!). Oír su risa cada vez que ve una foto en la que salimos con cara mensa, o cuando oye una palabra pronunciada en español de España (Ce-Y-A).

   La semana con mis padres ha estado muy bien. Hemos visitado muchos sitios, aprovechando el coche, que habrían sido difíciles de visitar de otra manera. Hemos visto Zell am See, hemos visto Hallstatt (impresionante lugar), hemos subido por la carretera de Alpendorf. Ellos se han quedado encantados con Salzburgo. Y con toda la zona de los Alpes. Jaja, me parece que van a renunciar a Asturias o a Guadarrama y se van a comprar algo aquí. Estaría bien chido. Creo que no se han atrevido mucho a comer comida típica del lugar. Reconozco que yo mismo aún no he probado un goulash, y ciertamente debería.

La iglesia de Sankt Veit. Este sitio tiene
que estar genial en verano lleno de gente.
   Con su visita aquí he hecho algo que no hacía desde semanas atrás, que es ver telenoticias de España. No acabo de entender que tan poca gente rechace la violencia según en qué situaciones. La verdad es que tengo muy malos augurios respecto de mi país. No porque a veces parezca que va camino de una situación de violencia que de verdad vamos a lamentar (llamémoslo guerra), sino porque a veces parece que, de hecho, la estamos pidiendo a gritos. La verdad es que, siento decirlo, pero no tengo ningún deseo de regresar. No en este momento, al menos.

   Excepto, por supuesto, para la boda de mis amigos que se casan en un mes, y a la que sí tengo mucha ilusión en acudir. ¡Un mes! ¿Asusta, chicos? Ya tengo reservado el vuelo, el hotel, y me falta saber cómo voy a ir de Madrid a Baena, pero bueno. Alguna manera encontraremos.

   Más cosas sobre España: Hacienda me reclama unos mil euros por no haber declarado estar recibiendo la Renta Básica de Emancipación (una ayuda para la gente que se independiza) en la declaración de 2012. En realidad yo estoy bastante convencido de que aquel año ya no recibí dicha ayuda, pero tengo pendiente confirmarlo con el banco. Me parece a mí que el Estado se agarra a un clavo ardiendo para tratar de conseguir dos duros. Lo malo es que, por estar aquí en Austria, he tardado bastante más de 10 días en recibir la notificación, y poder hacer alegaciones. Pero a ver si podemos encontrarle solución. Lo primero es eso, confirmar que efectivamente aquel año ya no percibí dicha ayuda.

   Otra cosa de relevancia que ha ocurrido aquí últimamente: nos hemos despedido de nuestro querido compañero Jeroen, el holandés. Estaba subcontratado, y nuestra empresa ha dicho que sus servicios salían demasiado caros (la versión oficial es que no hay trabajo que darle; es tan penosa que resulta hasta cómica). Hoy regresa a Holanda. Y la verdad es que tenemos que estarle muy agradecidos por cada minuto que nos ha dado, porque siempre conseguía llevar la alegría colectiva de la gente con la que estuviera a otro nivel. No se puede olvidar sus ganas de salir, de divertirse, de beber, de bailar, de reír, de hacer que el tiempo de todo el mundo fuera más agradable. Me temo que lo echaremos de menos mucho más de lo que imaginamos. Para el recuerdo siempre quedará también la noche de la fiesta llena de holandeses en la que estuvimos él, Aida y yo. Ellos bailando. Yo haciendo el tonto.

Hallstatt. Hasta ahora, el sitio que más me ha gustado de Austria.
   Ayyy Aiditaprincesa. De verdad te digo que no paro de pensar en ti, en cada cosa que hago. Cada bocanada de aire tiene tu sabor. Las paredes de la casa me preguntan dónde estás, la cocina llora porque mis manos ásperas las hace añorar tu toque delicado y lleno de buen gusto. Hay demasiado espacio libre ahora. La luz no es luz de verdad si no sirve para iluminar tu sonrisa. La música son ruidos molestos si no la estás escuchando tú.

   Ahora ya tenemos reservado el vuelo para cuando yo vaya a abrazarte a tu casa, a dar las gracias a tu familia por haber hecho a un ser tan fantástico. Quiero dar un beso a cada baldosa del suelo por la que hayas pasado. Ansío ese día. Y ansío el día en el que estemos juntos para ya no más separarnos. Será pronto. Será rápido. Y serán nuestros sueños hechos realidad.

« Por favor, no te rindas, Des. Porque lo único que necesitamos para sobrevivir es a una persona que nos ame de verdad. Y tú la tienes. »
- "Lost"

PD: El título hace referencia a un tema impresionante de Los Miserables.

martes, 25 de marzo de 2014

Una promesa para la princesa prometida


   ¿Quién sabe qué es lo normal? ¿Cómo definiríamos lo normal? Lo normal es aquello cotidiano, conocido, que nos hace sentir seguros porque sabemos perfectamente lo que ocurrirá a continuación. ¿Cuántas personas pueden decir que han conocido algo normal en su vida? ¿Cuántas personas pueden asegurar que saben lo que va a ocurrir a continuación? Nadie sabe lo que nos va a deparar el siguiente minuto.

   Un niño puede ver a sus padres separados, y no saber con cuál de los dos va a pasar el resto de su juventud. Un soldado reserva puede ver un conflicto armarse cerca de la frontera europea, y no saber dónde estará el mes siguiente. Un adolescente que juega al baloncesto con su colegio puede ser observado por un ojeador que ve un potencial. Un policía puede amargarte unas vacaciones por una confusión. Un desconocido que se sienta a tu lado en el avión durante 13 horas puede hacer que el viaje sea inolvidable. Un funcionario de una oficina de turismo puede atenderte con una sonrisa y hacer que las siguientes horas merezcan la pena.

   Una chica preciosa puede dedicarte una mirada. Una sonrisa. Una caricia con los labios. Un te quiero. Una vida entera. Y de pronto hacer que todas las piezas del universo caigan en el sitio correcto.

   Y eso es lo que ocurrió cuando se alinearon los astros, y la chica que me quitaba el aire me dijo que lo hacía porque a ella le faltaba desde que me conoció. Lo imposible. Lo increíble.

   Aidita Princesa se regresó a tierras mexicanas. El viaje para ella fue largo y cansado. De hecho estuvo varias horas por Madrid, visitó el Parque del Retiro (ironías de la vida) y vio una manifestación de la que menos mal que no llegó a ver el final. Sí, la de la dignidad. Nos ha costado un horror separarnos. Y ahora estoy en ese estado en el que todo me recuerda a ella. Cuando saco mi libro electrónico, recuerdo que la última vez que lo saqué fue con ella en la tienda (para mirar el diccionario). Cuando salgo de la empresa, recuerdo la imagen de ella doblando la esquina y viniendo a la carrera a abrazarme. Cuando me pongo el pijama, recuerdo el suyo. Y así es y tiene que ser porque la quiero, y es con ella con quien quiero estar.

   Me pidió que no la fallara. Y no lo voy a hacer. Tenemos un siguiente paso. Además de los planes que ya comenté, y que de momento seguirán entre nosotros (no vaya a ser que las circunstancias cambien). Pero el siguiente paso está claro, es mío, y lo voy a cumplir: la primera quincena de julio (de hecho, empezando el último fin de semana de junio), yo viajaré a México. Para estar con ella. Para abrazarla. Para prometerle a los ojos que, por mi parte, es para siempre. Y también, porque ella ha conocido a sus papisuegros, y yo quiero también presentar mis respetos (y mis disculpas) a los míos.

   No la voy a fallar. Por nada del mundo.

   Hablando de otros temas, como dije, mis padres llegaron hace dos días. Han venido a ayudarme a terminar de montar la casa. Hemos pasado por un Ikea (igualito que el de Alcobendas), y hemos comprado una librería en la que hemos dejado el televisor. También me han traído de España más juegos de toallas, más ropa, y han comprado varios enseres más, como una tabla de planchar. También me hacía falta. Pronto tendré que comprar también un televisor nuevo, que el que me dejó Gerlinde no es nada bueno. Así como una bicicleta, para moverme por el pueblo (aunque sobre eso preguntaré a Patxi, que seguro que sabe dónde puedo comprar una decente y no demasiado cara).

   Tenéis suerte de que en el trabajo todo siga exactamente igual. Hoy no voy a aburriros con ese tema.

   Sigo pensando en la princesa. En ella. Es ella. Y si fuera ella.

   Días para volver a tener a la dulce princesa entre el calor de mis brazos y susurrarle al oído: 97 (son pocos, de verdad).

« Lo más grande que nunca te sucederá es que ames y seas correspondido. »
- "Moulin Rouge!"

PD: Sí, ya sé que no es la mejor versión del mundo de Dust in the wind, pero es muy apropiada, ¡frikis del rock!

domingo, 16 de marzo de 2014

All you need is love

¿Que no es guapa?
   Sí, ya sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí. Estamos saboreando cada minuto juntos. Cada rayo de sol. Cada nube. Cada segundo de cada minuto. Cada respiración.

   La princesa es, sencillamente, un sueño hecho realidad. Cada momento con ella es precioso, y los voy atesorando todos, uno por uno, en el fondo de mi pecho. No hay nada de ella que cambiaría porque, si lo hiciera, dejaría de ser ella. Y ella es simplemente perfecta.

   Esta semana ha dado tiempo a muchas cosas. Hemos visitado sitios, hemos hablado con la familia, ella ha conocido incluso a mi abuela. Hemos descubierto muchas diferencias culturales muy interesantes (en México no se españolizan palabras anglosajonas como youtube). Hemos probado mucha comida enchilosa que, al principio resulta fuerte, pero no por ello menos sabrosa. Y cuando te acostumbras a lo fuerte, es realmente deliciosa. Hemos descubierto la salchicha austro-alemana y el chorizo español (ama el chorizo español). Hemos ensuciado la casa y la hemos limpiado. Hemos tenido invitados. Me he mexicanizado y ella se ha españolizado (ya pronuncia la palabra cerveza que da gusto, jeje).

   Nos hemos abrazado. Nos hemos besado. Nos hemos mirado a los ojos y nos hemos dicho que nos queremos. Algún plan de futuro se ha empezado a atisbar también, del que ya hablaré cuando esté algo más maduro.

La veo los ojos... sin palabras
   Hemos visitado Viena. Bonito, muy bonito. Y ella no estaba acostumbrada a la arquitectura del viejo continente (a mí no se me hizo muy diferente de Madrid), así que terminó maravillada. Es muy recomendable el Bevetergarten (si lo he escrito bien). Nos pareció bastante más hermoso Salzburgo, la verdad. Siendo una ciudad más pequeñita y no tan cosmopolita, se la ve con muchas más capas de historia por debajo.

   El viernes acá en la casa vinieron todos los compañeros de trabajo, y también a Gerlinde la engañamos para que se tomara unas copas. Descubrimos que en el País Vasco son muy famosos un grupo llamado los Tigres del Norte (o Leones, no sé... para mí, tigres o leones, todos quieren ser los campeones). Ella ha podido bailar y creo que no va a volver a intentar enseñarme a mí... al menos no en público.

   La verdad sea dicha, la princesa debía regresar hoy a México. Y tuvimos nuestros momentos de depresión pensando en ese momento. Gracias a Dios ella, que es bien lista y maravillosa, no quiso, decidió quedarse una semana más. Marchará el próximo sábado, un día después de que vengan mis padres de visita. Así que habrá también presentación oficial de los suegros. ¿Miedo? Ninguno. Esto va a terminar bien.

   Amo a Aida Flores. :-)

« Cariño, estarías guapísimo con ropa de tu talla. »
- Aidaprincesa

viernes, 7 de marzo de 2014

Mario encuentra a la Princesa

   Llegó el momento. Dentro de unas doce horas estaré abrazando a la princesita de Jalisco. Ha sido un largo camino (en palabras de ella, una travesía). En este camino ha habido tropiezos, conocernos el uno al otro, conocernos un poco más nosotros mismos, decepciones (todas las peleas con las embajadas hasta convencernos de que probablemente no podía viajar), luchas, la habilidad de no rendirnos ante lo que queríamos, alguna buena noticia que ya no esperábamos (el día que conseguimos los billetes de avión) y una dolorosa pérdida de última hora que, estoy seguro, estará sonriendo desde donde quiera que esté.

   Tengo bastante claro que esto va a salir bien. Quizá esté pecando de ingenuo (bendita ingenuidad, qué feliz me hace). Pero, por lo menos en España, una relación con alguien que no conoces suele empezar por una atracción física, y cierto grado de simpatía que encuentras en otra persona. Para bien o para mal, nosotros hemos empezado de una manera completamente distinta: claro que nos gustamos físicamente y claro que tenemos ganas de estar juntos. Somos adultos y sería absurdo fingir lo contrario. Pero tenemos muchas más ganas de mirarnos a los ojos; de sonreirnos; de pasear juntos por la calle; de visitar lugares juntos; de hacer y deshacer las maletas juntos; de preparar medicina si enfermamos; de agarrarnos si vemos que uno de los dos tropieza; de compartir nuestro tiempo y nuestro espacio; de dormir con un brazo sobre su hombro para que ella sienta que nada puede hacerle daño; de quejarnos juntos de lo empinada que está la cuesta a la casa; de enseñarnos a preparar platos típicos de nuestros países; de hacer la cama juntos por la mañana o decidir juntos que nos da flojera y no la hacemos; de dejar de hablar de ella o de mí; de hablar de nosotros.

   No es que nos gustemos. Es algo más que eso.

   Recuerdo vivamente allá por el mes de octubre, cuando apenas nos empezábamos a conocer y le dije que me gustaría ir a Mexico para el próximo verano. Entre otras cosas, porque ya era la tercera persona que conocía de allí en menos de un año. Cuánto habían cambiado las cosas poco después. Cuando llegué a Colombia por la segunda semana de noviembre, ya me aguardaba un e-mail con una fotografía de ella, sonriente, radiante, perfecta, diciendo que me quería ("te queyo", era la expresión que me enseñó).

   Un camino por momentos tortuoso pero siempre claro, con una meta visible y brillante a la que llegar. La mejor experiencia de mi vida es ser consciente junto a ella de que no hay nada que temer más que al propio miedo; que con voluntad (a.k.a., cabezonería) se puede conseguir todo lo que uno se proponga; y que nada en el mundo nos cierra la puerta de ser felices más que nosotros mismos. Siento que esa experiencia tan sólo está empezando. No se puede decir que, hasta ahora, me haya dado poco.

   Ese camino, rápido sí, pero lleno de aprendizaje, de alegría, de comprensión y de amor nos ha llevado hasta aquí. Hasta el momento de mirarnos a los ojos, suspirar, y saber que mereció la pena la espera, los nervios, el valor invertido y los sacrificios.

   Me resulta fácil imaginarte en Barajas leyendo estas líneas, princesa, con la precaria zona wifi ultra-compartida y sólo habilitada durante 30 minutos. Estás agotada de un viaje largo y monótono, pero nos imaginas ya juntos y sonríes, sabiendo que quedan pocas horas. Que asientes con la cabeza, comprendiendo cada palabra como si la hubieras escrito tú misma. Te imagino sonriendo y pensando que me quieres tanto como yo a ti.

   No es el fin del río. Es el principio del océano.

« Una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro. »
- "El Señor de los Anillos", J. R. R. Tolkien.

   PD: Por motivos más que evidentes, los posts durante la semana que viene escasearán. Dios mediante, la historia que tenga para contaros después será digna de best-seller.

miércoles, 5 de marzo de 2014

El peor compañero, y los mejores cinco meses

   No se preocupen, no es nada que me ocurra a mí. Pero creo que cierto personaje de nombre Cristoff empieza a ser digno de mención. Es un compañero de trabajo, que entró el mismo día que yo. El primer día, como yo, estaba tímido y desubicado. Al segundo ya se había soltado completamente la melena. Hacía bromas con todo el mundo, pero eso no era todo: es que ya andaba corrigiendo a la gente y repartiendo marrones. Después de un tiempo la gente empezó a sospechar que el chico parecía... un tanto especial. A otro compañero le persiguió hasta el baño para pedirle que hiciera una tarea.

   Bueno, yo no había tenido encontronazos con él todavía, pero sí notaba que tenía unos aires raros. Mira raro. Su mirada está a medio camino entre Hannibal Lecter en una convención de gordos, y Jack Nicholson en El Resplandor.

   Como los dos entramos el mismo día, esta semana nos han mandado a ambos al departamento de pruebas, que probemos un par de casos de uso, y veamos un poco cómo ve el cliente nuestro sistema. Está bien, está padre, estoy aprendiendo mucho. Pero la verdad es que es bastante aburrido. Ya, presa del más puro aburrimiento, ayer por ejemplo teníamos una en la que había que crear un tipo de vehículo, y "PRUEBA" estaba cogido. Así que le dije yo "Pues pon que es una nave espacial". Oye, el chico dicho y hecho, me siguió la coña y creó el tipo de vehículo Nave Espacial. Pero no contento con eso, cuando hubo que dar de alta los propios vehículos, empezó a ponerles nombre: el USS Enterprise, el USS Voyager, el Halcón Milenario, el X-Wing... ¿Y qué emergencia nos podemos inventar? ¡Pues una batalla espacial! El resto de la gente del departamento nos miraba raro mientras nosotros nos moríamos de la risa. Tuvimos ahí un momento entretenido. Y hoy hemos hecho algo parecido, pero con un campamento romano. Quiero decir, que en general hay buen rollo.

Nuestro vehículo de emergencias
   Pues hoy me ha dicho una cosa que me ha dejado he-la-do. Completamente. En nuestro trabajo existe una cosa llamada "Revisión de código": consiste en que cualquier cosa que entreguemos, un compañero cualquiera la revisa rápidamente para ver si está bien, sin más motivo que el que dos pares de ojos ven más que uno. Siempre se puede escapar algún fallo tonto. Y yo sé que este chico, a Javier por ejemplo, ya le ha corregido un par de tonterías MUY tontas, que son más bien tocadas de narices. Hoy me dice él, Cristoff, que hay muchas revisiones pendientes, y yo le digo que yo no reviso eso todavía. '¿Por qué no?', me pregunta. 'Pues porque llevo aquí dos meses y creo que cualquier cosa que corrija a alguien se la voy a corregir mal'. Bueno, pues su respuesta ha sido para enmarcarla:

   'Ya, pero es divertido dejar de trabajar un rato y molestar a la gente con convenios de código'.

   Yo no daba crédito. Los convenios de código son normas no escritas, no fijas, no estrictas, acerca de cosas tan importantes como que el nombre de una variable empiece por mayúscula o minúscula. No afecta en absoluto a lo que programamos; únicamente sirve para que el código, al leerlo, parezca más uniforme. Yo he parpadeado, creo que por un par de segundos ni he respirado. Le he pedido que me repita lo que había dicho. 'Sí, es divertido molestar a la gente un poco'. No se ha reído. No ha titubeado (y este chico titubea mucho).

   ¡Qué fiera! 'Pues nada chico, yo no voy a juzgar'.

   Por otra parte, he comentado a un par de jefes que tal vez sería sensato que no estuviera allí el resto de la semana, ya que aún tengo un programa que no funciona, y debería funcionar antes de irme de vacaciones. Pero me han dado largas y me han vuelto a enviar a hacer prácticas. Vale chicos, pero el viernes no me vengáis con prisas.

   El curso de alemán sigue yendo muy bien. La verdad es que cada día me lo paso mejor. Rodna (la macedonia) es un cacho pan que no para de ayudar. Y Luccica, la bosnia de la que hablé los primeros días, está como una cabra. Siempre que ve que tengo algo mal en el cuaderno me llama dándome golpes en el brazo como si se acabara el mundo. Hoy ya me lo he tomado a risas con ella.

   Pero la semana que viene me lo pierdo. Tengo cosas más importantes que hacer. MUCHO más importantes. Mucho más bonitas. Mucho más maravillosas. La semana que viene pertenece a la princesa. Es de ella. Se la ha ganado, y todos los esfuerzos del mundo son pocos para hacer que, para ella, sea algo inolvidable. Pasado mañana coge el avión. No hay nervios. No hay ansiedad. No hay ganas. ¡No, qué va!

Su flor favorita; por ella, me he
convertido en Tom Bombadil.
   Precisamente hoy hace cinco meses que nos conocimos. Evidentemente no anotamos la fecha en seguida, pero cuando vimos que lo nuestro era importante, Skype nos sacó de dudas. Creo que necesitábamos saberlo. Cinco meses maravillosos. Hoy hace cinco meses que, en un chat en el que buscaba conocer gente (no lo niego), conocí a una chica de México, con la que no creí que fuese a haber más que amistad, ¡porque estaba en México! Pero poco imaginaba yo que a base de bondad, de generosidad de espíritu (todo el mundo debería verla hablar amablemente con totales desconocidos, es un gusto mayor que ver atardecer sobre los lagos de Covadonga, en serio), a base de risas, de confianza y de cariño, esta persona iba a revolucionar mi corazón de la manera tan essagerada que lo hizo.

   Gracias, Aidita Princesa. Gracias por toda la luz que me has traído; gracias por toda la ilusión, por tus sueños, por tu bondad, y por lo maravilloso que lo haces todo; gracias, en nombre de la Humanidad, por ser parte de este mundo. Te quiero mucho.

   ¡Si te parece bien, quedamos el fin de semana! :-p

   Días para mirar a la princesa a los ojos y decirle todo lo que significa para mí (no sé si no he dicho esto antes): ¡tres!

« ¡Qué maravillosa es la vida ahora que estás en el mundo! »

- "Your song", Elton John

lunes, 3 de marzo de 2014

Aprendemos

   Si hay una verdad inamovible para todos nosotros, para cada ser humano de este planeta, es que ninguno nacemos sabiendo. Aprendemos. Aprendemos de nuestros errores, y a veces, de los errores de los demás. Aprendemos sobre el mundo, y también sobre nosotros mismos.

   Aprendemos sobre cosas gigantes como el cosmos, y sobre cosas pequeñas como los electrones. Aprendemos. Aprendemos. Todo en la vida es una cuestión de aprendizaje. De ir completándonos poco a poco, de ir llenando ese vacío de nuestra alma cuando nacemos. De nutrirnos de experiencia, y de sabiduría, porque en el fondo, ninguno queremos llegar a viejo sin ser sabio. Ninguno queremos ser abuelos sin tener nada que enseñar a nuestros nietos.

   He terminado uno de los cursos de alemán que tenía, el online. Fue un regalo, muy agradecido, porque quieras que no, me permitió iniciarme en el alemán mucho antes de poder acceder a un curso presencial. Con él aprendí los verbos fundamentales y empecé a poder manejarme en una tienda. Lo malo es que, al final, cuando las frases se complican más de "Ich heiBe Pablo, ich komme aus Spanien", le faltaban explicaciones. Con el tutor traté de ponerme en contacto un día, y nunca contestó. Algunos de los tests ni siquiera estaban bien programados (cambiaba aleatoriamente las respuestas correctas por incorrectas). A mí me ha sido muy útil, porque como digo, cuando lo empecé no tenía nada, y bien que aprendí. Pero no podría recomendar la misma empresa, es una pena.

   Hoy en el curso presencial ha vuelto a salir una de esas frases que tanto molán en alemán: de esas que tienen primero el complemento directo y después el sujeto (como si dijeras "un rojo coche yo compro", vaya, este idioma lo inventó el Maestro Yoda). Es un jaleo. La profesora me dijo que ya lo veríamos más adelante, pero yo mientras tanto, sigo sin entender la lógica de la estructura de una frase compleja en alemán. Espero que alguien me la explique en algún momento.

   En el trabajo, desde mañana, y durante el resto de la semana, trabajaré con el departamento de pruebas. Eso me ayudará a entender para que sirven las cosas que programamos. El problema es que tengo un par de tareas pendientes que se van a quedar congeladas dos semanas, fácilmente. Esa or-ga-ni-za-ción.

   Mientras tanto, empezamos a preparar la llegada de mi querida princesa. Quiero que se sienta a gusto, porque ella se lo merece todo. Ya sé cómo llegar al aeropuerto de Viena (que no está ni cerca del centro de la ciudad). Ya sé cómo ir del aeropuerto al hotel (hay un tren que nos lleva prácticamente directo). Tengo una idea aproximada de cómo ir a la embajada el lunes a pedir el pasaporte. Y debería mirar cosillas que visitar. Una amiga alemana me dijo en un e-mail que, a pesar de lo que la gente diga, Viena es la ciudad más romántica que hay, y no París. Veremos. La verdad es que París es una dura competidora. Hasta ahora, mi ciudad favorita junto con Roma. ¿Nos dejará Viena mejor impresión?

   Algo me dice que apenas voy a prestar atención a Viena.

   Días para recoger a mi princesa en un cálido abrazo para que no pase frío en estas latitudes: 5.

« Yo aspiro, señor. A ser mejor de lo que soy. »
- "Star Trek: Némesis"

sábado, 1 de marzo de 2014

Ana


   Uno muchas veces no entiende cuáles son las decisiones que toma el destino. Qué es justo, quién debe ser feliz, y quién debe marcharse y dejar un vacío impresionante en el mundo. Sea como sea, los más creyentes dicen que los designios de Dios son inescrutables, y que debemos aceptarlos. Yo en mi calidad de agnóstico tirando a creyente pienso que no nos queda otra.

   Hoy falleció Ana Estefanía Flores, sobrina de Aída, un ángel de dos años de edad que se pasó toda su corta vida luchando contra una terrible enfermedad.

   Yo la vi un día, de hecho. Una vez que estaban los padres de visita en casa de la princesita, y me la pusieron por la cámara. Me pareció que era una de esas criaturas que tienen la habilidad de robarte el corazón con una mirada, con una sonrisa, con una sencilla palabra de su dulce voz. Voz que tendría ocasión de escuchar más veces, vía WhatsApp, gritando como un ángel alegre un "¡Hola Pablo!" que me arrancaba la mayor sonrisota.

   Una pequeña guerrera de la que he perdido cuenta de las veces que los médicos se sorprendieron porque parecía querer recuperarse. Me contaron cierta historia, que no referiré por ser demasiado personal, en la que la niña parecía querer empujar a la muerte lejos de ella, incluso de malas maneras, jeje. De lo que he llegado a saber de ella, tengo claro que nunca se daba por vencida. No quería que nadie le dijera que ya era bastante. Esa decisión era únicamente de ella. Y sé que su familia se siente muy orgullosa por ello.

   Sé que ahora cuida ella de su familia, igual que su familia cuidó de ella. Como les dije, incluso aquí tan lejos como estoy, podremos mirar al cielo y ver que ha nacido una estrella, más que todas las demás. Una luz de plata y esperanza que siempre llenará las mentes y los corazones de aquellos que la quisieron. Creo que cada vez que una brisa se levante desde las olas del mar, será su voz la que estaremos oyendo cantar y su tacto el que sentiremos en la piel. Aunque sea en una pequeña parte.

   Pretendía dedicarle unos versos (sí, volví a escribir versos). Llevaba escritos como cinco cuartetos cuando me he dado cuenta de que no era apropiado. No lo era porque la forma, la búsqueda de palabras, nos desviaría tanto a mí escritor como a ti lector de lo importante: el espíritu indomable, rebelde y alegre de ese pequeño ángel de risa celestial; la alegría de una criatura perfecta que enseñó al mundo a no rendirse por muy oscura que fuera la noche.

   Después de invierno siempre hay primavera.

A ver quién la encuentra.
   Este post es mi homenaje para esta princesa guerrera (¿alguien dijo Xena?), el mejor que soy capaz de darle, lo cual puede que no sea mucho: mis palabras por escrito. Intentar por la escritura que se conozca un poco del alma de esta maravilla de la naturaleza para aquellos que no tuvieron la suerte de cruzársela. Y que ahora ha dejado un enorme hueco vacío en la tierra para llenarlo en el cielo, donde todos la puedan conocer y admirar.

   Hasta siempre, Ana. Y gracias.

« Volveremos a vernos. Pero aún no. Aún no. »
- "Gladiator"