jueves, 29 de mayo de 2014

Mudando la piel

   Nunca he querido vivir en España toda mi vida. Está muy bien, sí, pero ya lo conocía. Y el mundo se me hacía demasiado grande para dejar de verlo. Hace cinco años, Londres me llamó la atención. Era más fácil de alcanzar que Nueva York, y seguía siendo una de las ciudades más importantes del mundo. Fui allá durante un mes a buscar trabajo, de donde nació un blog parecido a este (y cuyos escritos no sé si tendré perdidos por algún disco duro). Baste decir que en Londres no encontré trabajo, ni casa, ni tan siquiera un poco de ayuda.

   Pero una cosa que sí saqué de Londres fueron un par de amistades, que sobrevivieron a lo largo del tiempo. Una es originaria de Alemania, y aún me sigo escribiendo con ella todas las semanas. La otra es una chica indonesia con la que también seguí hablando, habitualmente por Hangouts (cuando todavía se llamaba Google Talk) y que, dos años después de la experiencia, me invitó a su boda a Jakarta. La boda al final se canceló, pero yo viajé a Indonesia con un amigo, visitamos todos los rincones que pudimos de la isla de Bali, y visitamos a mi amiga en Jakarta. Algunos meses después, por motivos personales que ahora he conocido, desapareció. Y no era la primera vez.

   Mi amiga volvió a ponerse en contacto conmigo el fin de semana pasado. Al parecer ha vuelto a Europa, viajando con su familia. Ha pasado una noche en Madrid. Me mandó alguna fotografía delante de los Nuevos Ministerios. Es agradable recuperar una vieja amistad... y también se siente un poco raro. Se siente un poco raro que hace una semana hacía años que no sabía de ella, y ahora tengo una fotografía de ella en el Paseo de la Castellana. No digo diferente, digo raro.

En el río...
   El martes amaneció con niebla. La verdad es que, después de haberme quemado la cabeza el domingo, el tiempo ha vuelto a empeorar. Cayó ese martes una lluvia torrencial que me impidió hacer la compra que deseaba. Tengo el frigorífico vacío, y necesito urgentemente crema para la piel. La frente se me está pelando. Parezco una serpiente mudando la piel. Espero que la nueva sea más bonita, no estoy demasiado contento con la última que llevé. También me han vuelto a salir un montón de espinillas en la nariz, como no me salían desde que tenía dieciocho años. Estoy viviendo una nueva juventud. ¿Es esto lo que el amor consigue?

   En la oficina alguien ha tenido la genial idea de hacer un esquema con el diseño de nuestro sistema. Básicamente son una treintena de cajitas con lineas uniéndolas todas con todas. Una especie de broma, sobre lo loco que se ha vuelto. Me dan ganas de llevarlo a mi universidad, a enseñárselo a mis profesores. "Mirad, esto es un diseño de software profesional, buscad patrones".

   La verdad es que el trabajo se ha vuelto difícil en los últimos días, y se anuncia problemático para las próximas semanas, también. Áigor se ha ido de vacaciones, lo que significa que su trabajo nos lo tenemos que repartir entre los que quedamos. Nada que objetar, el hombre tiene derecho, faltaría más. Pero se están acercando fechas de entrega, y el gerente de turno ya se ha empezado a poner nervioso, y a pedir fechas fijas que él pueda dar para tranquilizar a sus propios jefes. Como en cualquier proyecto, vaya. Llega cierto escalón de gente que no es capaz de entender que "tiempo estimado 16 horas" no significa que vaya a estar terminado con seguridad dentro de dos días. Siempre surgen cosas entre medias, siempre tienes que pararte para ponerte a hacer cosas más urgentes. Tengo dos tareas, algo complejas, para las que ya he tenido que dar una fecha dentro de dos miércoles. Y no estoy nada cómodo, no sé si lo voy a tener terminado para entonces. De verdad que no lo sé.

   Además, me gusta ese don natural de los gerentes para hacer preguntas con afirmaciones. O afirmaciones con preguntas, no estoy seguro. Va tal que: "Esto para el lunes lo tienes terminado, ¿no?". Me encanta, no tiene precio. Repito, esto ha sido así en todos los proyectos que he estado. Es parte del negocio.

   Por cierto, que al tener de repente tanto trabajo, he empezado a entrar antes a la oficina, quiero aprovechar todo el tiempo que pueda. El miércoles fui el primero en entrar en nuestra sala. ¡Y olía a humanidad...! Ahora sé por qué cuando suelo llegar siempre tienen las ventanas abiertas. De hecho, comprendo por qué en todos los edificios de Austria se abren las ventanas dos veces al día. Lo que no sé es si estos edificios tienen algún control sobre su climatización, también ayudaría con estas cosas.

Vengo del McDonald's de comerme a tu hermana muajajaja
   Sigo sin saber cuándo terminará el curso de alemán, pero al menos ya tengo una fecha importante en el calendario: el 18 de junio haremos un examen con todo lo aprendido desde que entré en enero. Será una buena oportunidad para repasar.

   También debería empezar a verlo todo desde el principio con mi Princesa. Ella quiere ponerse las pilas con el idioma antes de venir, pero tenemos que encontrar el tiempo para ponernos. La echo tantísimo de menos.

   Sigo queriéndote más cada día que pasa, ángel. Sigo queriendo ver la luz del amanecer sobre tu cara sonriente cuando despiertas a mi lado, y sentir el pulso de tu corazón al tomar tus manos para decirte que te quiero.

   Ya no queda nada: 30 días. ¡Ya sólo un mes!

« Enséñame a escuchar tus labios, a leer el sol. Llévame a donde los sueños fabrican tu voz. Pensando en ti, acuno mi alma pensando en ti. »
- "Pensando en ti", Mägo de Oz.

lunes, 26 de mayo de 2014

El año de la polka

   Bueno, parece que ganó el mejor, ¿no? ¿O no? Bueno, ganó el Madrid, que era lo que nos interesaba al final, jeje. En un partido que comenzó bastante mal, con el Atlético jugando muy fuerte, cerrándose estupendamente en la defensa. Pero al conseguir forzar el Real Madrid la prórroga, hicieron que su rival llegase a esta completamente agotado. Los colchoneros no podían ni mover las botas. Y el Madrid supo aprovecharse de esto.

   Esa es mi visión del partido, a grandes rasgos. Mi erudición en temas balompédicos tampoco da para más.

   El domingo fui al concierto de mi casero. Resultó que no era en sí un concierto, sino una fiesta que da todos los años el cuerpo de bomberos de Sankt Johann. Y su banda estaba contratada para amenizar lo que, al final, era un botellón con mesas. Eso sí, también servían para comer un pollo asado muy rico. Y tengo que admirar al trompetista y a toda su trouppe por ser capaz de estar tocando durante cinco horas con un breve descanso de media. Creo que fue media hora. A mí se me hizo cortísimo.

   Esta banda toca música tradicional austriaca. Creo. La verdad es que es muy animada, una especie de polka ligera. De alguna manera me acordaba de Steve Urkel. Y no, no es necesariamente un recuerdo ridículo, he visto cosas mucho peores. Lo que es extraño es que, siendo una música tan alegre y ligera, que invita a tomarse una cerveza detrás de otra, prácticamente no bailase nadie. Quiero decir, que en cinco horas me parece que sólo vi moverse un poco a una pareja de abuelos. Y punto. That's the spirit!

   Durante la fiesta pude conocer algunos amigos y familia de mi pareja de caseros. La verdad es que todos estos austriacos son gente muy simpática, que en cuanto te oyen chapurrear dos palabras de alemán te animan a aprender más. Los que conocí el domingo no hablaban mucho inglés, pero se les veía con ganas de aprender, también. Quizá es como en España: aprender inglés es el eterno propósito para el año nuevo.

   Debo decir, sin embargo, que la nota negativa del día la puso el sol. ¡Vaya sol! Rayos veraniegos mediterráneos. Después de varias horas sentado en un banco dejando que la luz bañara mi rostro de blanco y dorado, ocurrió lo inevitable: se me tostó el torrao. Se me quemó la cabeza pero bien. Menos mal que ya me ha crecido un poco pelo desde el último rapado.

   Ya podría haber hecho un poco más el tiempo que ha hecho hoy, lunes. Se ha vuelto a nublar, y las temperaturas han bajado un poco. No ha llegado a llover, sin embargo, a pesar de lo que todos nos temíamos. El pronóstico para mañana vuelve a ser de tormenta, pero llevan dando ese pronóstico desde el viernes. Y aquí no parece que termine de llegar.

   En el trabajo llevo dos días revisando el resultado de la instalación de una base de datos. Ha tenido bastantes errores, y estoy buscando la solución para cada uno de ellos. Pero alguno es bastante extraño. Todo lo que encuentras en google es "ORA-0600: Error interno, ponte en contacto con el servicio técnico de Oracle". Y a eso lo llaman mensaje de información...

   En el curso de alemán hoy la profesora, a mitad de clase, ha vuelto a hacernos mover las mesas para que nos sentemos en forma de U. Porque le gusta vernos arrastrar las mesas. Aunque nos veamos de frente, la verdad es que quedamos la mayoría mucho más lejos los unos de los otros que si nos sentamos en fila. ¿Realmente es una mejora? Y luego, eso sí, antes de irse (de nuevo, apurando el tiempo hasta el último minuto), hay que volver a dejarlas como estaban. No vaya a ser que alguien del centro le llame la atención a ella.

   Pero no me quejo. El curso está bastante interesante. Ya hace una semana que empezamos a ver el modo Dativo. Aunque no estoy seguro de que lo estemos aprendiendo con mucha precisión. Yo hasta ahora creía que el dativo correspondía a lo que en castellano es el complemento indirecto. Y, cuando lo he comentado, nadie me ha llevado la contraria. Pero según esta profesora, el dativo es el modo nominal que se utiliza junto a las palabras mit (con), seit (desde hace) y vor (hace X tiempo).

   Lo de vor también ha tenido su complejidad: llevo dos semanas convencido de que significa durante. Hoy ya me ha quedado claro que, más que eso, vor viene a corresponder al ago inglés. Sólo que la sintaxis es completamente diferente. Cuando en inglés dices "I have traveled by train two years ago", algo que sintácticamente es bastante similar al castellano, en alemán dices "Vor zwei Jahren bin ich Zug gefahren". Sí, otra curiosidad del alemán es que en el pasado perfecto, para los verbos que implican movimiento (como este viajar), no se usa el verbo "haber" sino el "estar" (ich bin). Vamos, un jaleo.

   Ah, y el fin de semana me hice un arroz con cebolla que me quedó riquísimo.

   Número de días que faltan para coger de la mano a la persona más maravillosa de la tierra, mirarle a los ojos, sonreír, y decir sin palabras que la quiero mucho y que siempre la querré: 33.

« Bailando, me paso el día bailando, y los vecinos mientras tanto no paran de molestar. »
- "Bailando", Alaska y los Pegamoides.

PD: ¿¿¿En serio la banda se llamaba así???

PPD: Lo de "Esto es del año de la Polka" era una frase hecha de una profesora que tuve en la universidad, y que a los dos años de terminar nos enteramos que había fallecido muy joven. Nunca supimos de qué. Desde aquí le dedico un afectuoso recuerdo. Nos lo pasábamos muy bien con ella.

sábado, 24 de mayo de 2014

Por los padres

   Ayer recibí en un correo electrónico un video con una canción dedicada a las abuelas. La canción se me hizo bastante mala en general, pero además me hizo pensar en una cosa: en todos esos anuncios hechos para valorar el trabajo de las abuelas, y de las madres. Todos esos spots en los que sale gente valorando todo el cariño, el amor, el calor del hogar, los alimentos bien hechos, el pecho, todas las cosas buenas que nos procuran.

   Y oye, muy lejos de mis intenciones negar nada de esto. Todo es absolutamente cierto, y debemos estar eternamente agradecidos a nuestras madres. ¿Pero y nuestros padres? ¿Acaso la publicidad (televisiva, sobre todo) se acuerda con la misma intensidad del trabajo de nuestros padres? ¿Acaso su labor consiste en poner una semilla y luego no molestar el caluroso trabajo de la madre?

   Me dije que tenía la obligación moral de reivindicar a mi padre.

   Mi padre es un hombre al que admiro profundamente, de entrada, por todo lo que ha conseguido en la vida. De origen muy humilde, ha dedicado toda su vida a aprender cosas de tecnología, y a ir escalando puestos a base de sacrificio y mucho trabajo duro. Porque esa es su forma de ser, la que dice que en la vida hay que trabajar mucho para conseguir las cosas. Una lección que siempre ha insistido en meternos en la cabeza, aunque tal vez ha sido de adultos cuando mejor la hemos comprendido.

   Después de pasar una vida trabajando para uno de los bancos españoles más visibles en el mundo, hoy es socio y parte de la directiva de una empresa (supongo que podríamos llamarla "consultora de tecnología"), que empezó siendo pequeña. De hecho, yo trabajé para ellos, y por aquel entonces eran menos de treinta empleados. Pero que, con su constante dedicación y esfuerzo (así como el de sus demás compañeros y socios), me consta que está creciendo mucho más de lo que ellos mismos esperaban.

   Serio en las cosas importantes de verdad, pero rápido a la risa en los ambientes relajados, es admirable su capacidad para reconocer las cosas que son de sentido común sin dejarse llevar por prejuicios o enfados pasajeros. Le gusta la buena comida, la buena cerveza (bueno, le gusta la Mahou, pero todo el mundo tiene un traspiés), la buena música y los malos chistes. En cuanto a las películas, él es de los que opinan que va al cine a pasarlo bien y no a sufrir, por lo que admira las películas espectáculo, por absurdo que sea su guión. Entiendo su punto de vista: para mí "2012" consigue mucho mejor lo que se propone que "Alatriste", por ejemplo.

   Es curioso cómo alguien que se ha pasado toda la vida investigando y distribuyendo métodos de telecomunicación avanzados para entidades de alcance mundial, al mismo tiempo es un amante de la naturaleza. Si acaso, esta aparente contradicción no es tal, porque en él el resultado es una riqueza de espíritu todavía mayor, capaz de aunar lo más tradicional con lo más moderno.

   Conocedor palmo a palmo de cada piedra, cada árbol y cada ave de la sierra de Madrid, solía ir a caminar con él, aunque pegase el sol hasta que quedáramos los dos como langostinos. La última década la hemos dedicado a conocer las altas montañas verdes del oriente asturiano (a día de hoy, no conozco lugar mejor en el mundo, si acaso seguido de cerca por cierta región del oeste de Irlanda). Y es en estos trayectos con él, subiendo piedras y quemándonos al sol, donde he aprendido que marcarse una meta, y ser capaz de llegar a él, da una satisfacción y una felicidad que ninguna droga ni ninguna bebida alcohólica puede igualar. Y, desde luego, dura mucho más.

   Por todo lo que nos ha dado a mi familia y a mí, por mantenerme recto y con sentido común, por todo lo que me has enseñado y por todo lo que eres: gracias, papá.

   Días que me faltan para abrazar a mi princesa y empezar a convencer a sus padres de que voy en serio y siempre la voy a querer y a cuidar: 35. ¿35 ya, solamente? Hostiá...

« Padre, yo no te abandonaré. »
- "El Retorno del Jedi"
 PD: Otro anuncio sobre el trabajo de las madres que me choca (en el sentido latino de la palabra) es este. En serio, aparte de que deja a la figura del padre a la altura de nada, ¿quién tiene ganas de ser madre después de esto?

miércoles, 21 de mayo de 2014

Las margaritas son flores del campo

   Bueno, es casi definitivo: el verano parece que ha llegado para instalarse. Siempre he creído que en Madrid no había primavera ni otoño, sino que se pasaba del frío al calor de golpe. Aquí ha sido un poco igual, sólo que tuvimos que sufrir una transición de lluvias. De hecho, esta transición podría no haberse terminado, ya que el propósito (ejem) pronóstico para el fin de semana es que las precipitaciones regresen. Una pena, estaba empezando a disfrutar el tostarme al sol mientras como a mediodía.

Que hacía mucho que no sacaba una foto del río, jeje
   Lo que también parece haberse instalado con fuerza en estas latitudes es el polen. Ya casi terminando mayo, tenía yo la ilusión de que aquí no sufriría las terribles inclemencias de ese diablo llamado "alergia". Esta mañana me he despertado en un estado un poco lamentable: con la nariz densamente congestionada y estornudando sin parar. Me he tomado un antihistamínico que traje de España, eso sí, previo comprobar que no había pasado su fecha de caducidad. Me ha venido muy bien, si alguien está sufriendo alergia a las gramíneas lo recomiendo, se llama Xazal. Me he seguido sintiendo un poco mal hasta las once de la mañana, más o menos. De ahí para adelante ya no he tenido ningún problema en todo el día.

   Me quedan antihistamínicos para diez días, más o menos. Después tendré que ir a buscarlos a la farmacia. Cómo será lo de pedirlos en alemán.

   Hoy en clase hemos aprendido otra particularidad de los alemanes/austriacos con la lengua: parece que no les gusta decir la palabra "raza", al menos aplicado a personas. Ha ocurrido algo parecido a lo del otro día, nos ha explicado la profesora que es una palabra mal vista porque es muy hitleriana. En su lugar se prefiere decir "etnia". Yo empiezo a preguntarme si esto es realmente algo de los alemanes y austriacos, o es una vergüenza particular de mi profesora, como cuando yo hablo de la "visita cultural" que hicimos los españoles en América.

   Además, preferirán decirlo, pero yo creo que una raza y una etnia son cosas diferentes.

   Chiste malo del día: a mí me encantó lo que compuso Etnia para la banda sonora de "La Comunidad del Anillo". Este es para ti, Gonza. Y conste que me permito este tipo de ocurrencias porque la inmensa mayoría de vosotros, mis queridos lectores, estáis demasiado lejos para hincharme la nuca a collejas.

   Días para contener los chistes terriblemente malos para que ni mi queridísima Princesa ni su familia me manden a la fregada de un tortazo (con toda la razón del mundo): 38. ¡Te quiero, corazón, de aquí a nada es menos de un mes!

« ¿Sabes lo que es la cadena de mando? Es la cadena con la que te voy a golpear hasta que te enteres de quién está al mando. »
- "Firefly"

lunes, 19 de mayo de 2014

Die Sonne scheint (endlich)

   ¡Por fin! ¡Salió el sol! Que sí, que sí, no estoy bromeando, el sol ha salido. Ayer domingo hizo un tiempo más o menos soportable, y hoy directamente hemos comido con calor. Auténtico calor. Alguien lo ha comparado con el calor de España, y aunque creo que esa persona nunca había estado en España, tampoco he podido decirle lo contrario. Irónicamente, me cuentan que en España ha empezado a hacer viento y lluvia, así que supongo que se han llevado la borrasca. No será por mucho tiempo.

Puedo prometer y prometo que no es una foto de archivo.
   Este fin de semana no he salido, entre otras cosas porque el tiempo era infernal y tampoco apetecía demasiado. Me quedé en casa viendo el fútbol. Sí, otra cosa increíble, he visto, voluntariamente, un partido de fútbol en el que no estaba el Real Madrid. Pero habrá que reconocer que era un partido de alcance.

   Recuerdo que empecé el partido pensando que el Barcelona no suele caerme muy bien, por la tendencia que tienen a fingir faltas o a exagerarlas. No es que los demás equipos no lo hagan, pero en ellos me resulta más obvio, hasta el punto de ser grosero algunas veces. Y mira por donde, que beneficiando el empate al Atlético de Madrid, durante los primeros veinte minutos tuve la sensación de que era el equipo colchonero el que jugaba a eso. Creo que vi por lo menos a tres jugadores rojiblancos fingiendo dolor de cara (algo muy habitual de los futbolistas) en diez minutos. Luego llegó el gol del Barça, y fueron ellos los que empezaron a hacer lo mismo.

   Sin embargo, nada que objetar de la segunda parte: hubo mucha tensión, y mucho fútbol. Me hubiera gustado que el Atlético no jugase tanto a mantener el empate, pero bueno, así también se gana una liga. Bien lo sabe Cholo.

   Pero que se bajen de la Vespa, que el próximo sábado el Real Madrid ganará la Champions, jeje.

   Luego a la noche estuve platicando con mi Princesa. Hay, Aidita de mis amores. Hasta las cinco que estuvimos de palique. Otra noche estupenda. Ella me dice, con algo de razón, que debo dormir más. Pero me encanta estar con ella el mayor tiempo posible, saborear cada minuto, atesorarlo, adorarlo. Y al día siguiente era domingo, lo recuperé.

   Qué ganas de que volvamos a estar juntos, de abrazarnos, de no dejarnos marchar pase lo que pase.

   El sábado por la mañana hablé con mi casero. Me comentó que el próximo domingo su banda tocará en Sankt Johann, y como me mostré interesado, dijo que podría ir con la mujer. Me pregunto las ganas que tendrá ella de ir, realmente, jeje. Yo sí tengo curiosidad. Más aún porque, si le entendí bien, van a tocar en una central de bomberos (!). Como sea parecido a la metalúrgica de los Simpsons va a estar divertido.

   También aproveché para preguntarle por la basura. Me dijo que la orgánica (volvió a reiterar que sólo la orgánica) la podía tirar en el cubo que tiene detrás de la casa, donde él mismo la quema. He ido ahora a dejar ahí lo que tenía pendiente, y he observado, por primera vez, que este cubo tiene una abertura por la parte de abajo. Probablemente de ventilación, y no tiene nada de malo. Pero me pregunto si esa abertura no hará que se sigan acercando animales. Es muy pequeña y no parece que ninguno pueda meter el hocico suficiente, pero nunca se sabe.

   Una última nota: aquí hay que tener mucho cuidado. Acabo de regresar del curso de alemán, y hoy hemos jugado al ahorcado. Sólo que no se dibuja un ahorcado. Se dibuja un ratoncito. He preguntado a la profesora si no se dibuja un señor colgando. Me ha dicho que no, que aquí, tras la guerra, la gente es muy sensible con esas cosas. ¡Pero me lo ha dicho con una mirada que parecía que le había propuesto dibujar una esvástica! En fin. Qué mirados son.

   Días para abrazar a mi princesa, acariciar su cabello, y decirle que mi vida sin ella sí que es una basura: 40. Y sí, sé que podría decir cosas más bonitas. La próxima será mejor.

« ¡Bazuraaaaaa! Te voy a poner dos velas negras... »
- La Bruja Lola. Gran bruja, mejor persona.

viernes, 16 de mayo de 2014

Lluvia cae lentamente sobre mí

   Viernes. Por la mañana esperando que la solución donde está mi proyecto compile. Y, sorpresa, llueve.
  
   La verdad es que a mí me gusta la lluvia. Siempre he dicho que esto es el buen tiempo. Me gusta el agua. Me gusta tener un pelín de frío (sin pasarse). Me gusta el ambiente celta de unas colinas verdes bajo la mortecina luz de las nubes. Mis lugares favoritos en el mundo son Asturias, Irlanda y Escocia, cada cual con un clima peor. Pero, sinceramente, estoy empezando a llegar al punto de "¿Dónde narices está el maldito sol?".
  
   Tal vez me equivoque, pero no recuerdo haber pasado nunca en Madrid más de una semana sin que abra el cielo ni un solo día. Allí, llamamos "una época de mal tiempo" a que llueva cuatro o cinco días en semana. Volviendo a lo anterior, consideramos que Asturias es un sitio lluvioso. Qué risa.
  
   No sé si será el mal tiempo que me aplasta, o que la alarma de mi teléfono tiene algún problema, pero esta semana me he quedado dormido dos veces. El martes desperté a las nueve, justo a tiempo de vestirme y salir corriendo para llegar a la reunión de pie. Además tuve un sueño un poco tristón, más me valdría haber despertado. Y ayer me dormí de nuevo, pero esta vez sólo llegué media hora tarde. Ya he recuperado las horas en la oficina.
  
   Hablando de oficina, aviso breve a compis programadores: si usáis Visual Studio, no actualicéis a la versión 2013. No. No. ¡Huid, insensatos! No lo hagáis a menos que tengáis un equipo lo bastante potente para emular una Play Station 3. Ahí es posible que funcione sin que eche humo el procesador.
  
   Otro efecto secundario divertido del tiempo está siendo la ropa. Llevo ahora mismo unos pantalones que no están completamente secos. Gracias a Dios no tengo reuma. Y no es porque me haya mojado bajo la lluvia (que también), sino porque en una semana no se me ha secado la ropa. La guardé en el baño, y siempre que he estado en casa le he puesto el radiador para ver si así la secaba más deprisa. Pero la verdad es que ha sido peor. La falta de ventilación del baño ha podido ser el problema, yo creo. Noto ya que la humedad y yo somos un solo ente, un solo espíritu. Moistman.
  
   Ayer volvimos a tener la fiesta de la basura. Por no tener las bolsas tan a la vista, en vez de dejarlas junto a las piedras de fuera como el casero me había dicho, las dejé más en el porche. Pero lo mismo dio: el servicio de basuras no pasó (¿no se suponía que pasaban los jueves?), y otra vez algún animal me las abrió. No desperdigaron mucho, pero aún así... No conseguí hablar con el hombre porque no estaba en casa, hoy volveré a intentar asaltarle. Necesito una solución para esto, no puedo tener el mismo problema cada semana.
  
   Qué negativo me ha salido el post de hoy, ¿no? Bueno, la parte positiva es que vuelvo a tener el refrigerador lleno, que Conchita Wurst nos hace sentir muy orgullosos de... algo, no sé, que vamos a empezar un libro nuevo en la clase de alemán (me gustaría avanzar un pelín más deprisa, sólo un pelín) y que mañana el Atleti le va a pegar una paliza al Barça, como todos sabemos.
 
   Y, por supuesto, que sólo quedan 43 días para que vuelva a abrazar y a besar y a ser una sola alma con la persona más maravillosa del mundo. Te quiero, Chaparrita Princesa.
  
   Yupi.
   
« ¿No hay sol en este maldito país? »
- "Robin Hood, Príncipe de los Ladrones"

domingo, 11 de mayo de 2014

Como lágrimas en la lluvia

   Lo cierto es que el verano aquí, si llega alguna vez, tiene aspecto de llegar mucho más tarde de lo que lo hace en España. De allí me llegan noticias continuas de un calor insoportable, de tener que andar en casa con poca ropa, de que tienen ganas de que vayan abriendo las piscinas. Allí deben de estar teniendo un verano adelantado. Mi nariz todavía recuerda el calor y los olivos de Andalucía.

   Pero lo que es aquí, parece que vivamos en tierras de los vikingos (y casi). La verdad sea dicha, tampoco llueve todos, todos los días. Normalmente llueve un día, y al siguiente hace mejor tiempo. Y al siguiente vuelve a llover y a estar totalmente negro, y al siguiente vuelve a hacer buen tiempo. Eso son buenas noticias, porque la próxima semana se supone que los días de curso (lunes y miércoles) nos toca sol.

   El viaje a España, junto con mi propia pachorra, tuvo consecuencias: prácticamente toda la fruta y verdura que tenía en el frigorífico se me ha puesto mala. Además, esta semana ha habido cosas que hacer, y me ha dado bastante pereza ir a hacer compra. Con lo cual, ahora mismo, tengo el frigorífico casi vacío. Eso al final ha resultado ser una buena cosa: he podido aprovechar para limpiarlo a fondo.

   La profesora de alemán parece querer ponerse las pilas para recuperar el tiempo perdido. Desde que regresaron las clases, manda para casa una cantidad de ejercicios bastante mayor de lo que solía. Ya no se tardan diez minutos como antes, sino que ahora entrega hojas que se tardan varias horas en resolver. Casi es de agradecer, me siento mal el día que no repaso algo de alemán. Ayer vi que prácticamente hemos terminado el libro, no sé qué haremos de aquí a que finalice el curso. He vuelto a ponerme con el Monkey Island, pero lo que más me ayuda es hacer más y más ejercicios. El curso que me regaló Diego, aunque básico, plantea diferentes situaciones, y puede ser útil para eso.

   Esta semana tuvimos también una fiesta de cumpleaños, de la novia de un compañero. Que estuvo bastante bien: hubo buena comida, buen vino y música de guitarra. Le hace preguntarse a uno qué le estará pasando al probe Migué, que hace mucho tiempo que no sale.

   La fiesta terminó con la mejor noticia que hemos recibido esta semana: ¡a la Princesa le han concedido el visado! Ya podemos estar juntos, bajo la ley, seis meses. Y ya pelearemos para que esos seis meses se extiendan. Nos ha hecho mucha ilusión. Yo creo que una parte de nosotros no lo esperaba. Y casi creo que podemos tomarlo como una señal de que debemos ir a por todas: el Destino nos lo está poniendo todo de cara, no hay cosa que no estemos consiguiendo, con el esfuerzo adecuado. :-)

   Ayer estuve a punto de hacer de coche escoba. Unos compañeros iban a hacer una excursión en bicicleta bastante larga, terminando en una subida a una montaña que tiene pinta de ser durilla. Y no tenían a nadie para que los siguiera de cerca en un coche por si alguien no conseguía terminar, o necesitaba ayuda. Para eso me prestaron las llaves de un coche de la empresa. Un monovolumen. Grande como la madre que lo parió. Yo estoy acostumbrado a conducir coches pequeños (los dos que he tenido hasta ahora han sido un Peugeot 205 y un Hyundai Getz), así que me daba algo de miedo. Pero tengo que aprender a hacer de todo, realmente.

   En cualquier caso, llegado el momento, el clima decidió tocarnos la moral: el tiempo nos hizo dudar hasta el último momento si la excursión finalmente se haría o no. Me presenté ayer a las ocho de la mañana, como habíamos acordado, en el garaje de la empresa, donde ya decidimos que definitivamente, el tiempo no parecía bueno, y posponíamos la actividad para el siguiente fin de semana. Y según voy caminando hacia mi casa, miro a las montañas meridionales y pienso "el caso es que parece que quiere abrir...".

   A las once de la mañana (la hora a la que me volví a despertar) teníamos un sol riquísimo. Alguno de los compañeros, de hecho, debió de decidir subir la montaña a pesar de los riesgos, porque nos envió fotografías. Y arriba hacía igualmente un tiempo delicioso. Así que finalmente se podría haber hecho. Me pregunto si, los que subieron de todos modos, querrán repetir la semana que viene.

   Hubo una conversación muy interesante el otro día sobre teología: un par de mis amigos parecen ser 100% ateos, y estuvimos discutiéndolo (en el buen sentido, no es que fuera una pelea), ya que yo soy más bien agnóstico tirando a creyente.

   Mis compañeros no creen que exista ningún ser supremo. Yo no creo que exista un señor con barba que esté al tanto de todo lo que hacemos cada uno de nosotros las veinticuatro horas del día, pero la existencia de todas las cosas del universo sólo se me hace posible si existe algún tipo de ser que a) sea eterno; b) tenga la capacidad de crear cosas de la nada; c) lo haga porque tiene voluntad de hacerlo, y no por ninguna otra razón.

   Cualquier cosa que no cumpla alguna de las tres condiciones anteriores, para poder llegar a existir, necesita que haya habido algo antes de ella. Eso es lo que a mí me dice la lógica. Y no estoy en contra de la ciencia, en absoluto, ni tampoco soy creacionista. Creo en el Big Bang. Completamente. Y no me refiero a la serie. Pero toda esa energía que estaba en algún lugar (menos mal que a la religión se la acusa de ser imprecisa), ¿cómo llegó a estar ahí? ¿Por qué de pronto un buen día estalló? Y seguramente, cuando conozcamos la respuesta a esas preguntas, se nos abrirán preguntas similares respecto a lo que hubiera antes del Big Bang. Y así una vez, y otra, y otra, y creo que sólo se puede llegar al auténtico origen de todo llegando a un ser como el que describía antes.

   Por otra parte, la verdad es que siempre me he sentido bastante afortunado en la vida como para no tener, alguna que otra vez, la sensación de que recibía ayuda. Y la agradezco, aunque no la comprenda, e intento responder en consecuencia.

   Otra cosa en la que creo profundamente es en el alma. Mis compañeros defendían que el ADN y las experiencias vividas es lo que hace que nuestro cerebro tome unas decisiones u otras. Yo no estoy en contra de la biología. Volvamos a lo de antes, no creo que la religión y la ciencia sean incompatibles. Indudablemente que nuestro cerebro funciona a través de reacciones químicas (y eléctricas, creo). La prueba la tenemos cada vez que nos emborrachamos. Pero yo no creo que esas reacciones sean lo único que determina lo que hacemos, al final. No puedo creer que seamos sólo carne, y de hecho, no podría amar a la gente si lo creyera. Si siento amor por las personas es porque creo que somos algo más. Y tampoco puedo creer que, desde el momento que nacemos, no seamos otra cosa que ordenadores programados para tener una salida de datos para cada entrada de datos específica.

   Creo en la voluntad. Creo que tenemos la capacidad de tomar decisiones. Que si algo nos diferencia de los animales y de las máquinas (y, de los primeros, relativamente) es la capacidad de decidir, capacidad que nunca deberíamos dejar de lado. Eso es lo que nos identifica, y lo que nos hace humanos. Y creo que en esas dos cosas, en el amor (saber contemplar la belleza por la pura belleza) y en nuestra capacidad de decidir, es donde se demuestra que somos más que carne.

   Esta capacidad de decisión también es un arma de doble filo: nos hace 100% responsables de las decisiones que tomemos, y de las consecuencias que traigan. Ahí no vale culpar ni a la ciencia (alguna vez alguien me ha dicho "lo siento, es que yo soy así", como si eso fuera una disculpa) ni a Dios ("lo que Alá quiere que ocurra ocurre, lo que no no ocurre", dijo Almanzor antes de quemar Compostela).

   Me gustaría destacar tres películas que, más allá de su carácter lúdico, me parecen bastante interesantes sobre estas disgresiones. Y si a alguien le convenzo a verlas, por favor, que no se deje cegar por los efectos especiales o el relato ligeramente absurdo de alguna de ellas, lo que me parece que las hace interesantes es su filosofía:

   Blade Runner, en la que, en un futuro distópico (y lamentablemente probable), unas máquinas se rebelan contra su Creador, por haberlas hecho tan imperfectas.

   Trilogía Matrix. Oigo ya rasgarse las vestiduras a alguien pero, más allá del tiempo bala (cómo molaba) o de las (absurdas) peleas de Kung-fu, estas películas planteaban estupendamente lo que nos hace iguales a las máquinas, y lo que nos hace diferentes. Para los hermanos Wachowski, lo que nos acerca a las máquinas es la necesidad de tener un objetivo en la vida; y, por otra parte, lo que nos hace diferentes no es el amor en absoluto (en ese sentido la escena de los softwares hindúes es absurda, pero necesaria), sino nuestra capacidad de decidir, y ser consecuentes con lo que decidimos.

   Star Trek Némesis. Ya no tenéis vestiduras que rasgaros, pero esta es la primera película de Star Trek que, además de entretenerme, me dijo algo: el villano de la película es un clon del Capitán Piccard, pero que ha vivido una vida muy diferente a este. Esta situación nos plantea, ¿qué tipo de persona seríamos cualquiera de nosotros si hubiéramos vivido en otras circunstancias? ¿Cómo sabemos que alguno de los peores dictadores de la historia, de haber vivido en otro tiempo y otro lugar, no habría sido una buena persona?

   En fin, me muero por oír más opiniones, me parece un tema muy interesante.

   Mientras tanto, sigo esperando con gran emoción el día en que me vuelva a encontrar con la Princesa. El día en que volvamos a abrazarnos. El día en que volvamos a decirnos a la cara que siempre nos querremos. El día en que pueda cogerle de la mano y decirle que siempre estaré ahí. Que pueda sentir sus suspiros, y ella cómo se me aceleran los latidos del corazón. El día en que vivamos juntos, decidamos juntos, y maduremos juntos.

   El mejor día que puedo tener. Falta para esto 48 días.

« Yo aspiro, señor. A ser mejor. B-4 no, y Xinzon tampoco. »
- "Star Trek Némesis"

martes, 6 de mayo de 2014

El viaje de Jack C++ Builder (y parte 2)

   Nos habíamos quedado con el buen vino, el buen queso y el todavía mejor sentido del humor de las buenas gentes de Baena. Es el momento de llegar a la fecha cumbre: la boda, casamiento o unión matrimonial de dos personas estupendas.

   La novia llevaba un vestido puramente blanco, precioso, sin grandes alardes que desviaran la atención de lo preciosa que era ella. Lo único que se salía de esa pura sencillez, y de hecho ponía la guinda a la perfección, era el encaje a la altura de un busto que hacía una ligera forma de corazón. Inmejorable.

   El que suscribe llevaba un sencillo traje de camisa morada con pantalón claro. Nunca he sido muy bueno para vestir, así que no me complico en exceso la vida. La mayoría de la gente llevaba trajes puros, comprados especialmente para el evento (que no era para menos), y un par, como el padre de la novia, llevaban como el novio un elegante frac.

   Todo el mundo sabe que en los eventos grandes, con mucha organización y muchas cosas de las que ocuparse, nunca va todo cien por cien como se espera. Eso es raro. Siempre tiene que pasar algo. Incluso en la NASA son conscientes de que en todas las misiones hay algún pequeño fallo, que con suerte, no arruina todo lo que se ha preparado. No voy a entrar en detalles, pero baste decir que si la boda era a la una y media del mediodía (sí, para los españoles eso es mediodía), y a las once todo parecía ir sobre la seda, a la una en punto faltaban mil cosas y parecía improbable que llegásemos todos a tiempo.

   Afortunadamente, lo hicimos, y el novio no tuvo que esperar demasiado tiempo en la puerta de la Iglesia.

   La Iglesia de Baena es hermosa. Una ancha galería, sencilla en formas y elegante en su construcción, bien iluminada, de bancos cómodos y acústica inmejorable, llevan hasta un altar ricamente adornado (o lo estaba para la ocasión) con flores de color claro. Creo que la mayoría de ellas eran lirios, lo que me hizo pensar otra vez en la Princesa, y lo que le encantaría ver aquello.

   Pero lo que más llama la atención está justo detrás del altar: un retablo barroco, alto como la casa en la que crecí, lleno de imágenes de ángeles y rodeando frescos de alto detalle, cubierto de una pintura de color oro intenso... Estos retablos es lo que tienen: desde que fijas la vista en ellos por primera vez, no puedes dejar de contemplar y admirar cada uno de sus minúsculos detalles.

No era TAN luminosa, pero no menos bonita
   Pero nosotros debíamos hacerlo. La atención no estaba en el retablo, ni siquiera en la Iglesia. Lo importante eran los novios. Por ellos estábamos allí.

   Y ellos, con alguna muestra de nerviosismo pero con indudable convicción, pronunciaron sus votos, se dieron el sí quiero, y se juraron estar juntos para toda la vida. El sacerdote dio un buen discurso acerca de los valores de una familia, y de cómo lo esencial era el amor entre la pareja, y el amor a Dios.

   Sí. Así es como empieza una familia. Y sé que aún les queda mucho recorrido por hacer, y mucho que enseñarnos a los demás.

   Fueron curiosos los minutos después de la ceremonia, mientras el novio, novia (ya marido y mujer), padrinos y testigos firmaban las pertinentes actas, y otros nos dedicábamos a tratar de repartir entre todos los invitados los saquitos de arroz. Cuando la pareja salió del templo, una lluvia del manjar les cayó bajo el tremendo sol de Andalucía.

   Tras la lluvia de arroz, algunos nos acercamos al hotel a dejar algunas cosas o, en mi caso, a reaprovisionarme de papel. Porque sí, tengo que confesar que la alergia fue una mala acompañante. Llevaba en mis bolsillos hordas de trozos de papel con el que irme limpiando, pero el papel no debía de ser muy bueno: cada vez que hacía uso de él, aunque yo no notaba que ocurriese nada raro, pequeños trocitos blancos se quedaban por toda mi ropa como si llegase de una nevada. Esto fue una semi-molesta constante durante toda la tarde.

   El banquete fue excelente. Se sirvió en una sala ancha, de madera, casi parecía una bodega elegante. Como si se hubieran casado reyes de antaño. Y la comida fue abundante y exquisita, empezando por los entrantes: queso (no podía faltar, y como no podía ser de otra manera, lo primero en terminarse), lomo, jamón (otra necesidad), paté de anchoas, aceitunas, pastelitos, una especie de empanadillas de cebolla caramelizada rellena (exquisita), y mucha, mucha cerveza, que los camareros rellenaban cada cinco minutos cuando sólo habías bebido media copa. Creo que nunca vi el fondo. Sin duda me dejo platos, soy incapaz de recordarlos todos...

   Después nos sentamos y llegaron los platos principales. Al clásico salmorejo andaluz le siguió una mariscada descomunal: gambas, langostinos y unas cigalas que a mí se me hicieron gigantes. Recordé que, de hecho, a mí me había enseñado a pelar el marisco esa misma familia, concretamente la madre de la novia, pasando las vacaciones con ellos en la costa oriental de España. Nunca había pelado algo tan grande como una cigala, sin embargo, y mi ausencia de uñas me dio algún problema. Pero lo solucioné haciendo palabca con los dedos. Los novios nos comentaron que cuando hicieron la cata, ellos pensaron que aquel plato de marisco era para compartir. Bien podría haber sido. Pero, por increíble que parezca, era individual. Así, no fue de extrañar que ¡ay, qué pena más grande!, muchos no fuésemos capaces de terminarnos el solomillo que vino después, a pesar de que el sorbete de vainilla entre medias ayudó mucho a la digestión.

   Ni tampoco la tarta, hermosa, riquísima, con bien de caramelo y nata, y que apenas pude probarla. ¡Ay, lo siento mucho!

   Tamaña comida la bajamos sin problema con el baile de después: ¿qué fueron, cinco, seis horas? Pues cinco o seis horas de música variadísima. Tuvimos a Elvis, a Mecano, a U2, a Michael Jackson, a Miguel Bosé, a los Secretos, a Queen, temas clásicos como Y viva España, alguna sevillana... incluso algún tema de reggaeton que creo que no tuvo mucho éxito. Aunque yo ese sólo lo oí: en aquel momento me estaba fumando el primer puro de mi vida. Y la verdad es que estaba bien rico.

   Un puro y cuatro cubatas más tarde, La fiesta terminó... no, esa no estuvo incluída en el repertorio. Debemos de estar mayores. Y no lo digo por conocer los grandes éxitos de Paloma San Basilio, sino porque nadie tuvo demasiado cuerpo para continuar la fiesta, más allá de una cerveza en el parque.

   A la mañana siguiente, me despedí de los novios y de su familia. Despedida triste. Porque, cuando me marché hace cuatro meses, sabíamos cuándo volveríamos a vernos. En este mismo fin de semana, para este mismo acontecimiento. Pero ahora, aunque sabemos que nos volveremos a ver, sabe Dios cuándo será eso.

   Regresé a Madrid con uno de los amigos del novio, que venía también y se ofreció a llevarme. Buena gente. Muy cinéfilo, pero de los míos: gracias a no saber de cine, le gustan las películas. Nos pasamos buena parte del viaje hablando de frikadas varias. Su mujer iba dormida jajaja.

   Ya llegando a Madrid hay poco más que contar. Me reuní con mi familia, y a la mañana siguiente mi hermano mayor me acercó al aeropuerto. Me despedí de mi madre, un día después del Día de la Madre. No lo hice a propósito, en serio.

   Sí que destacaría dos cosas del viaje de regreso: una, que en Barajas me hicieron abrir la maleta porque querían ver el reproductor de blu-ray. Sí, señora, tiene botones y cables. Y luego me miraron raro porque no me acordé en su debido momento que llevaba chorizo y jamón que me habían pedido de México (carita de vergüenza).

   La segunda cosa a destacar del viaje de regreso está relacionada con México también, y que no puedo olvidar: como estuve de viaje, no pude preparar nada especial por el hecho de haber cumplido siete meses formando parte de la vida de la persona más increíble que existe. Una joya, una esmeralda del sur que cada vez que sonríe hace que el mundo mejore. Una estrella por mucho brillante, tanto de día como de noche, bajo el cielo despejado o en las frías tempestades. Una luz de esperanza y de alegría contagiosa que me ha hinchado el corazón hasta apretarlo bien contra el esternón, y de la que no quiero apartarme nunca.

   Como Jack Builder, mi viaje al sur terminó, y regresé al frío norte con las experiencias aprendidas durante la travesía. Espero con impaciencia el siguiente, en el que me reencontraré con mi amor, con mi tesoro, con mi Princesa. En el que volveré a abrazarla y sentir el olor de su cabello bajo mi cara, el tacto de sus dedos en mi espalda, los latidos de su enorme corazón y el calor de su generosa alma.

   Para esto quedan exactamente 53 días.

« El amor es para los vivos. »
- "Grim Fandango"

El viaje de Jack C++ Builder (parte 1)

   Muchos Entschuldigungs por el retraso, soy consciente de que hace más de una semana que no escribo. Tenía la cabeza puesta en otras cosas. Y luego viajé a España, y ya definitivamente sí que no estuve disponible.

   El motivo del viaje a España no fue el otro que el casamiento, boda o unión matrimonial de dos de mis mejores amigos. Creo que dijeron que hacía cuatro años que se conocían (yo, en cuanto salgo de un par de meses, pierdo la cuenta del tiempo, la verdad), llevaban ya tiempo viviendo juntos, y decidieron pasar por el altar. ¡Y qué altar! Luego llegaré a eso.

   La verdad es que uno podría pensar, a priori, que Austria no está demasiado lejos de España. Y es verdad. Pero cuando vives en una localidad pequeña lejos de cualquier centro urbano, los viajes se alargan considerablemente. Salí el miércoles de Sankt Johann a las cuatro y media de la tarde. Llegué al aeropuerto de Salzburgo a duras penas. Tengo que reconocer que no recordaba cuán lejos estaba el aeropuerto de la estación de trenes principal de la ciudad. Fue una suerte que no tuviera que facturar nada. Llevaba conmigo una mochila prácticamente vacía que tenía pendiente devolver a mi padre. La ropa para la boda ya me la habían comprado y estaba en España esperándome.

   Ay, el cielo. Masas de hidrógeno forman esas joyas plateadas del hemisferio que, con bastante falta de admiración, llamamos nubes. Nubes que hacen formas de todas las formas y tamaños, y a menudo se confunden con lo que nuestra propia imaginación nos ofrece. Para mí, el cielo siempre me recuerda a cada minuto que he pasado con la Princesa. Cada día desde que la conozco. Cada palabra suya. Cada sonrisa. Cada beso. Cada suspiro escapado. El cielo está en mi pecho y, espero, en su mente.

   ¿Estás sonriendo ahora?

¿A que dan ganas de tumbarse sobre una de esas?

   Cuando llegué a Frankfurt me encontré con que el vuelo destino a Madrid se retrasaba media hora. Como me moría de hambre, sí, compré un perrito caliente y una bebida. Uno pensaría que en Frankfurt los perritos calientes tienen que estar buenísimos. Pero no los del aeropuerto. De plasticorris como cualquiera hecho en China. Sólo una salchicha diminuta. Cuatro euracos. Y tres por la Coca-cola, que se note que es libre de impuestos (!). Menos mal que la mostaza estaba rica.

   Tras el segundo vuelo, en el que me dieron a cenar de nuevo (sí, lo esperaba, y no debía haber comprado el perrito, ¡pero me moría de hambre!), llegué a España alrededor de las doce y cuarto de la noche, casi seis horas después de haber salido de Sankt Johann.

   Al día siguiente, por la mañana, fuimos toda la familia a visitar a mi abuela, a Toledo. Fue una gran alegría volver a verla, así como a mis hermanos y padres, que los echaba bien de menos.

   Ya en este primer día empecé a notar cierto picor de ojos, evidente alergia, pero que aún no se manifestaba con fuerza. Crucé los dedos. Después de todo, todavía parecía que no me iba a afectar demasiado este año.

   Ya por la noche visité a unos amigos del pueblo en el que crecí, que también tenía muchas ganas de volver a verlos. A ellos, y a sus niños, que se están haciendo enormes. Y simpáticos a rabiar.

Quizá lo único que me gusta para visitar Paracuellos: vistas nocturnas impresionantes a la ciudad
   El viernes por la mañana fui a la estación de Avenida de América de Madrid para coger un autobús que me llevaría a la preciosa ciudad de Granada. Comprobé que han reformado este intercambiador. Lo han dejado bien bonito, y bien limpio, lo cual es de agradecer, comparado con el asquete que daba antes. Aquello no era una estación de autobuses, era un lugar al que bajar cuando uno se cansaba del oxígeno y le apetecía respirar únicamente humo, humo y más humo. Ahora está mucho mejor. De hecho, han separado las paradas de los autobuses de la zona de espera de pasajeros con mamparas, lo que lo hace mucho más cómodo. Sin embargo, las pantallas de información que han puesto, son bien modernas y bonitas y con una interfaz clara que se ve desde bien lejos: ¡pero les falta alguien que ponga la información de los autobuses, que falta más de la mitad!

   El viaje en autobús fue menos cansado de lo que uno pueda imaginarse. También es verdad que tengo amistades en Granada, y he hecho ese recorrido bastantes veces. Pero yo iba tranquilo, entre durmiendo y leyendo, y a mediodía estaba en la ciudad que perdió Abderramán. Me reuní con dos de mis mejores amigos, familia de la novia, cerca de la preciosa catedral. Cuatro meses sin vernos. Y aparezco más delgado y casi sin pelo. No sé cuál sería su sensación. Ellos estaban exactamente igual que la última vez que los había visto. Con mejor aspecto, sin duda preparados para el gran evento.

   Después de comer unas tapas (qué simpáticos son los camareros granadinos, que nos advierten de cuando ya hemos pedido mucho), tomamos el coche de mis amigos para ir hasta el lugar donde tendría lugar el acontecimiento. El lugar: Baena, cerca de Jaén. Preciosa localidad que se asienta sobre una colina, con un castillo que debió de ser impresionante en su época, pero ay, ahora, se encuentra en reformas.

   El hotel estaba bien, con un mobiliario de muy buen gusto. Se notaba construído en un edificio ya antiguo, pero que lejos de ser esto un hándicap, le daba un aspecto añejo, con mucho estilo, muy bonito. Debo decir, además, que no tuve ningún problema para dormir, las camas eran perfectas.

   Al poco de llegar me reencontré con la novia, con el novio, nos dimos abrazos, nos preguntamos cómo nos iba... Ellos se veía que habían estado nerviosos, pero ya todo lo que había que tener preparado se iba cerrando, y se iban encontrando mejor. Al poco tiempo, en la cafetería del hotel, nos encontramos con más invitados a la boda. A la mayoría yo no los conocía, pero resultaron todos ser personas muy simpáticas, muy prestas a entrar en conversación y a risas. Y cuando puede el cansancio, el vino andaluz reanima. También me encontré allí con los padres de la novia, a quienes he conocido casi tanto tiempo como a ellos, y son unas personas fantásticas a las que echaba de menos.

   Juntos, el novio nos dio un paseo hasta lo alto de la localidad, hasta el castillo. Desde lo alto de Baena hay unas vistas impresionantes de los campos de olivos de alrededor. Y si, como yo, tenéis la suerte de llegar a la hora de la puesta de sol, podréis comprobar estos bajo una luz entre dorada y rojiza que lo convierte en una experiencia especial.

La imagen no hace justicia a la luz preciosa que había.
   En verdad, viajar es una de las mejores cosas que hay. Si fuese en (cierta) compañía sería la mejor, jeje. Pero a veces también le hace sentirse a uno extraño: allá arriba, contemplando el rojizo ocaso sobre los campos de olivos de Jaén, se me hacía increíble pensar que dos días antes estaba picando código junto a las raices septentrionales de los Alpes austriacos. Parecía como si los cuatro meses en Sankt Johann hubieran sido tan sólo un sueño. Porque todo estaba igual: mis amigos estaban allí y viajábamos juntos, igual que lo hemos hecho decenas de veces los últimos diez años; todo el mundo hablaba el mismo idioma, jeje; el aire caluroso y el suelo desértico no dejaban ninguna duda de que me encontraba en casa. Y, sin embargo, ahora tengo la sensación contraria: ¿realmente hubo un viaje a Andalucía? ¿Hubo una boda? Es curioso cómo los recuerdos de los acontecimientos reales no se diferencian mucho de los recuerdos de sueños muy vividos. Supongo que de ahí parten tantos autores de ciencia-ficción para narrar esas historias en las que los sueños se mezclan con la realidad.

   En cierto videojuego llamado The Longest Journey contaban que en realidad existen dos mundos: Stark, el mundo de la razón y de la ciencia; y Arcadia, el mundo de la magia y del arte. Nosotros, obviamente, vivimos en Stark. Pero algunas veces la línea entre los dos universos no queda muy clara, y a través de los sueños, uno puede llegar a ver imágenes de Arcadia. Siempre pensé que la diferencia entre Madrid (mi hogar de facto) y Asturias (mi hogar de corazón) era algo así: viajar de Madrid a Asturias es como ir a un mundo completamente diferente. De distinto que es, cuesta trabajo creer que tan sólo se encuentren a cinco horas de viaje.

   Y ahora tenía la misma sensación: sólo tuve que viajar durante un día, pero todo era tan distinto de un lugar a otro, que bien podría haber estado en otro planeta. Eso sí, en un planeta precioso, con una compañía maravillosa, y, si hay que ponerle una única pega, es un exceso de olivos y calor.

   No es que me molesten los olivos y el calor. Los olivos, de hecho, me gustan mucho, y el calor, aunque no me entusiasma, era bienvenido después de la húmeda primavera austriaca. Pero la combinación de las dos cosas, y la ausencia de antihistamínicos en mi organismo, no me sentaron bien. Ya en esta excursión pude decir sin ninguna duda que me estaba afectando la alergia gravemente. Estornudaba sin parar, y llevaba en los bolsillos mi buena provisión de papel higiénico para sonarme la nariz que, una vez terminado, trataba de reutilizar hasta que se deshacía.

   Cuando terminamos el paseo cenamos en un restaurante en la plaza de la localidad. Buenísimo vino. Creo que me bebí como seis o siete copas, ¡y no me subieron! No sé si es que otras veces es más peleón, o es que aquí en la tierra de la cerveza me estoy acostumbrando a llevar una buena provisión de alcohol en sangre. Prefiero pensar que es lo primero, porque la verdad es que tampoco suelo beber demasiado.

   Y buena comida. Y buena bebida. Muy buen queso. Y el novio contándonos en clave tan humorística como realista cómo se habían conocido. ¿En serio el "truco de la Polaroid" funciona? Vaya, cómo no se me ocurrió nunca pensar en eso, jajaja.

   Voy a tener que ir cerrando aquí, que me estoy enrollando más que Fidel Castro, y me parece que estoy tardando mucho en llegar a lo realmente relevante: ¡la boa! ¡Lo regonita que estaba la novia, lo regonito que estaba el novio, lo regonitos que estaban los hermanos, lo regonita que estaba la cebolla caramelizada y lo regonitas que estaban las cigalas!

« Estás a punto de dar el primer paso hacia el viaje más largo de tu vida. »
- "The Longest Journey"