lunes, 3 de marzo de 2014

Aprendemos

   Si hay una verdad inamovible para todos nosotros, para cada ser humano de este planeta, es que ninguno nacemos sabiendo. Aprendemos. Aprendemos de nuestros errores, y a veces, de los errores de los demás. Aprendemos sobre el mundo, y también sobre nosotros mismos.

   Aprendemos sobre cosas gigantes como el cosmos, y sobre cosas pequeñas como los electrones. Aprendemos. Aprendemos. Todo en la vida es una cuestión de aprendizaje. De ir completándonos poco a poco, de ir llenando ese vacío de nuestra alma cuando nacemos. De nutrirnos de experiencia, y de sabiduría, porque en el fondo, ninguno queremos llegar a viejo sin ser sabio. Ninguno queremos ser abuelos sin tener nada que enseñar a nuestros nietos.

   He terminado uno de los cursos de alemán que tenía, el online. Fue un regalo, muy agradecido, porque quieras que no, me permitió iniciarme en el alemán mucho antes de poder acceder a un curso presencial. Con él aprendí los verbos fundamentales y empecé a poder manejarme en una tienda. Lo malo es que, al final, cuando las frases se complican más de "Ich heiBe Pablo, ich komme aus Spanien", le faltaban explicaciones. Con el tutor traté de ponerme en contacto un día, y nunca contestó. Algunos de los tests ni siquiera estaban bien programados (cambiaba aleatoriamente las respuestas correctas por incorrectas). A mí me ha sido muy útil, porque como digo, cuando lo empecé no tenía nada, y bien que aprendí. Pero no podría recomendar la misma empresa, es una pena.

   Hoy en el curso presencial ha vuelto a salir una de esas frases que tanto molán en alemán: de esas que tienen primero el complemento directo y después el sujeto (como si dijeras "un rojo coche yo compro", vaya, este idioma lo inventó el Maestro Yoda). Es un jaleo. La profesora me dijo que ya lo veríamos más adelante, pero yo mientras tanto, sigo sin entender la lógica de la estructura de una frase compleja en alemán. Espero que alguien me la explique en algún momento.

   En el trabajo, desde mañana, y durante el resto de la semana, trabajaré con el departamento de pruebas. Eso me ayudará a entender para que sirven las cosas que programamos. El problema es que tengo un par de tareas pendientes que se van a quedar congeladas dos semanas, fácilmente. Esa or-ga-ni-za-ción.

   Mientras tanto, empezamos a preparar la llegada de mi querida princesa. Quiero que se sienta a gusto, porque ella se lo merece todo. Ya sé cómo llegar al aeropuerto de Viena (que no está ni cerca del centro de la ciudad). Ya sé cómo ir del aeropuerto al hotel (hay un tren que nos lleva prácticamente directo). Tengo una idea aproximada de cómo ir a la embajada el lunes a pedir el pasaporte. Y debería mirar cosillas que visitar. Una amiga alemana me dijo en un e-mail que, a pesar de lo que la gente diga, Viena es la ciudad más romántica que hay, y no París. Veremos. La verdad es que París es una dura competidora. Hasta ahora, mi ciudad favorita junto con Roma. ¿Nos dejará Viena mejor impresión?

   Algo me dice que apenas voy a prestar atención a Viena.

   Días para recoger a mi princesa en un cálido abrazo para que no pase frío en estas latitudes: 5.

« Yo aspiro, señor. A ser mejor de lo que soy. »
- "Star Trek: Némesis"

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