lunes, 6 de enero de 2014

El viaje

   Voy a saltarme el pain in the ass que ha supuesto abandonar mi casa de Barajas en menos de un mes, y también las difíciles decisiones de qué traer en la maleta y qué dejar para un viaje posterior, porque la verdad... Imagino que todo el mundo se encuentra con problemas parecidos cuando viaja, no es sólo cuando uno se muda. Al final por resumir, he traído 20 kg en una maleta, y 10 kg más en una mochila de montaña, que se me hacían como 20. Todo de ropa y de un ordenador portátil.

   El viaje de Madrid a Sankt Johann im Pongau es más largo de lo que pudiera parecer. Primero hay que coger un avión de Lufthansa que nos lleve a Frankfurt. Dos horas y media, casi tres, aguantando a dos frikis que no se conocen entre ellos pero que roncan de la manera más coordinada posible. Una auténtica fiesta para los sentidos. Además, como estaba en la parte trasera del avión, no pude poner la maleta de 10 kg en el compartimento superior, y la llevaba en las piernas, limitando bastante el movimiento de las mismas. 

   Después de eso hay que esperar en el aeropuerto de Frankfurt (que es bastante grande, tiene mil terminales sin exagerar) cerca de media hora, o un poco más. Y allá se coge un avioncito más pequeño que el anterior, que nos lleva de Frankfurt a Salzburgo. Esta vez es algo más agradable, ya que me acompaña una pareja joven con una chiquita de un año de edad o menos, muuuuuuuy colleja. Sólo ha llorado justo antes del aterrizaje, era muy simpática.

   En el aeropuerto de Salzburgo hay que salir y cruzar el aparcamiento para llegar a la parada de autobuses. Los autobuses de Salzburgo son muy curiosos, porque son como tranvías: van por la carretera, con neumáticos normales, pero la corriente les llega por cables suspendidos a unos tres metros y medio de altura. El conductor al que pedirás amablemente que te avise cuando llegues a la estación de trenes te dirá con bastantes malas formas que no le molestes, que es bastante fácil de ver. Así que le pedirás que te avise a una pasajera que tiene pinta de hablar más inglés que él. La pasajera te dirá que sin problemas, pero estará tan absorta en intercambiar WhatsApps con el novio que al final tendrás que ser tú mismo el que recuerde que la parada que buscas es Haupbanghof (o algo así, nuevamente, escribo de memoria con el alemán que aprendí en una pedanía de Cáceres).

   En la estación de autobuses (jaupbanjóf) de Salzburgo hay que comprar el billete en unas máquinas, lo que es bastante fácil. Se pueden poner en inglés y las instrucciones son claras. Luego hay que encontrar el andén del que sale tu tren. Y eso ya no es tan sencillo. Ninguno de los datos que aparecen en el billete te aclara de qué andén sale. Si vas a un final de línea, lo verás en las pantallas informativas de la estación. Pero si, como era mi caso, vas a una estación intermedia, será horrible buscar el nombre de tu estación en las pantallas cuya información no para de cambiar.

   Lo mejor es acercarse al mostrador de información. Dos veces. Y preguntarle a dos tíos distintos para estar seguro de que no han confundido Sankt Johann im Pongau con Sankt Johann im Tirol. Te sentirás un poco idiota cuando te digan que es la misma línea, jeje.

   Estar seguro de que has subido al tren correcto también es una historia si no conoces el idioma. El dato que te han dado los chicos de información (eso sí, muy correctos, bastante más amables que el del autobús) es a qué hora sale tu tren. Y la información que sale en el andén es a qué hora llega para empezar a recoger viajeros. Pero claro, sin conocer el idioma, tú solo ves un panel que dice 18:50 y tienes un papel que dice 19:08, y piensas que son trenes distintos. Alrededor de las 19:03 te convencerás de que no, que es el mismo. Preguntarás a un pasajero para estar seguro, de todas formas.

   En el billete, eso sí, tienen el detalle de decirte cuál es la estación anterior a St. Johann. Bueno, sé que ese es el dato, porque mi amigo Javier me había dicho lo mismo con anterioridad. Si no, habría pensado que esa parada que viene en el billete (que, lo siento, ya lo he tirado y no recuerdo su nombre, era algo como Banflgongonford) es el fin de línea, y volvemos a lo de no saber si has abordado el tren correcto. Pero ya lo sé para otra vez.

   He bajado sin problemas en la parada de St. Johann, donde mi pareja de caseros me estaba esperando. Me han enseñado el camino al trabajo, aunque mañana me llevarán (bastante temprano además), para que ya lo tenga claro. El camino de vuelta me ha parecido más complicado que el de ida, sinceramente.

   Espero no perderme la primera vez que intente llegar a casa solo...

PD: Tengo pendiente escribir una entrada hablando de la casa, pero voy a esperar a otro día para incluir fotos de la misma.

PPD: En la anterior entrada olvidé mi saludable hábito de finalizar cada artículo con una cita:

"Cabalga hasta donde los hombres hablen italiano, y continúa hasta que hablen otra cosa"
- El Reino de los Cielos

1 comentario:

  1. Vaya historia chache, los tienes cuadraos! XD. Seguiremos pendientes de tus aventurillas jeje. Eres mu grande!

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