sábado, 19 de abril de 2014

De descubrir cosas nuevas

   Tengo una teoría acerca de la comida: a veces las comidas que no nos gustan, es porque no hemos probado el plato apropiado. Pongo un ejemplo: a mí de niño nunca me gustaron las judías blancas. Ni me gustaba el sabor ni me gustaba el tacto. Era un desastre. Esto fue, hasta que descubrí la fabada asturiana. La fabada asturiana, la auténtica hecha en un restaurante pequeño junto a una carretera de los Picos de Europa, me encantó desde la primera vez que la probé. Y a partir de ahí desarrollé el gusto por las judías en general: la verdad es que ahora no sólo me gustan de cualquier manera, sino que mi plato favorito con habas, más que la fabada, es en ensalada.

   De la misma manera, nunca me han entusiasmado las torrijas. Es curioso, porque a (prácticamente) todo el mundo que conozco le encantan. Es ese plato dulce y típico de Semana Santa, que se convierte en algo especial. Pero a mí siempre me supo, básicamente, a pan mojado. Sinceramente, ¿a quién le gusta el pan mojado? Y sin embargo, ayer Javier trajo un montón de torrijas a la oficina. Y probé una, por ver qué tal le salían.

   ¡Cago en Júpiter, menuda delicia!

   Hizo unas torrijas con una textura no tan fuerte, y con un sabor tan dulce, que se quedaba grabado a fuego en la memoria. Una maravilla, una genialidad. Me hace preguntarme por qué este plato no se hace durante todo el año. Y sí, tengo un presentimiento de que a partir de aquí voy a desarrollar un gusto por las torrijas, como me pasó con las habas.

   Por la noche estuve platicando con la Princesa. No sé cómo, de alguna manera acabamos hablando de esas canciones que se pegan al cerebro, aunque son espantosas. Lo que un viejo amigo solía llamar "canciones peste". Y ella me descubrió una maravilla, el trabajo de un auténtico artista, una forma hermosa de expresión que toca el corazón y conmueve el alma:


   ¿Alguien puede entender una maldita palabra de lo que dice este hombre? ¿Se puede cantar mientras uno bosteza? ¿Algún paisano mío se ha acordado también de la familia Pelicano?

   Ah, el arte. El arte es morirte de frío. Hale, ya está, ya lo he dicho. Es malo y es viejo, pero hay tentaciones a las que uno no puede resistirse.

   Días para cantar en persona a mi princesa que todo lo que hago lo hago por ella: 70.

« Es bueno lloverte cuando moja. »
- Anónimo por respeto.

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