domingo, 13 de abril de 2014

Tiempo Variable, Aquí Huele a Muerto y el Señor de los Tamales

   ¡Tengo teléfono! Sí, por fin. Ha costado sangre, sudor y lágrimas, pero finalmente conseguí una línea de teléfono móvil. La española la daré de baja lo antes posible. Y más vale que lo haga pronto, entre otras cosas porque he perdido la tarjeta SIM. La verdad es que fue una aventura al final:

   Me acerqué a la tienda de electrónica del pueblo, el Red Zac (que también pertenece a la Familia), y ahí tenían ya preparado el sobre con la tarjeta. Lo recogí, y me fui a una óptica que estaba cerca porque necesitaba que me arreglasen las patillas de unas gafas de sol. Me dijeron que estarían en diez minutos, así que fui a sentarme a un parque cercano a cambiar la tarjeta del teléfono y probar la nueva. El teléfono que usaba, un HTC Wildfire S con más de un lustro a sus espaldas, tiene el botón de encendido bastante perjudicado. Encender y apagar la pantalla es fácil, pero encender y apagar el teléfono, que implica tener el botón apretado durante un rato... Es bastante difícil. Pero finalmente conseguí cambiar la tarjeta. Cuando inserté el PIN me sale un mensaje diciendo que la red lo está bloqueando. Inserto el PUK. Ni caso.

   Parece ser que mi teléfono de Orange era eso, de Orange. Me parece raro. Yo estoy convencido de que hace tiempo probé una tarjeta de Movistar en ese teléfono, y funcionó perfectamente. Pero no. Definitivamente el teléfono bloqueaba la tarjeta, y tuve que comprar otro. El ganador ha sido un HTC Desire 500, bastante bueno, que de momento lo estoy explotando para navegar bastante y no me está dando ningún problema. Toda una novedad.

   A la tarde, estuve platicando con mi Princesita como siempre hacemos. Quería aprovechar este párrafo para rendir homenaje a un personaje que a mí se me empieza a hacer querido: yo lo llamo el Señor de los Tamales. Todas las noches, casi a medianoche (lo que son las cinco de la tarde en México), una furgoneta con un señor ofreciendo tamales pasa cerca de la casa de Aida. Durante un par de minutos la voz de la megafonía suena tan fuerte que no podemos hablar. Pero el tipo es divertido, habla como los meloneros a domicilio allá en Madrid. Me lo imagino tipo vendedor antiguo, estirado, con bigote y mono de trabajo, dirigiéndose a cada una de sus clientas por su nombre, ya que las conoce a todas. Preguntando por sus hijos, y asegurándoles qué fruta es la que lleva mejor ese día. Después de escucharle durante un par de docenas de días, de verdad que me muero de ganas de ir allá y comprarle unos tamales de una vez. Y decirle desde hace cuánto sigo su carrera y lo que significa para mí. Es un tipo increíble.

   Por la noche decidí poner punto y final al tema de la basura. Porque sí, una vez más, el viernes la bolsa estaba abierta e investigada por algún tipo de animal o persona muy pequeñita. Una colonia (más bien una nación) de hormigas estaban dando buena cuenta de los restos. Y tanto el exterior como el interior de la casa olía un poco a muerto ya, a podrido, a aquello que nunca jamás queremos que huela nuestra casa. Aquello no se podía tolerar más. A las doce, cogí la bolsa de basura orgánica y la llevé hasta un cubo que pertenece a otra casa, casi llegando al McDonald's. Esa casa tiene la entrada tapada por un seto, de manera que no pueden ver su propio contenedor. Aproveché este factor y la oscuridad de la noche para utilizar con alevosía un contenedor de basura que no era el mío. Sí, esta es mi confesión. Si me llevan a la cárcel, decid que fue un crimen necesario, y que lo volvería a hacer.

   La verdad es que no sé si debería hablar con Harald sobre la posibilidad de comprar un cubo. Se acerca el verano, y no tengo nada claro que pueda permitirme tener una bolsa de basura pudriéndose dentro de casa durante una semana.

   Nunca me ha gustado el entretiempo. Es la verdad. Uno no sabe qué ropa sacar del armario. Tengo en el perchero de la entrada de mi casa absolutamente todos mis abrigos. Y cada día me pongo uno diferente. ¿Porque tengo ese gusto para la moda? Ni de lejos, y todo el mundo lo sabe. Lo que ocurre es que cada día estamos a una temperatura distinta, y con un nivel de humedad distinto.

   Ayer tuve Las cuatro estaciones. Y se hace bien raro, uno esperaría tener aquí música de Mozart y no de Vivaldi... Vale, humor para dummies aparte, por la mañana limpié la casa, y hacía una mañana magnífica. Mucho sol, pegando contra la fachada, se podía tener todas las ventanas abiertas, y se estaba a gusto en manga corta. También limpié un poco el exterior, el trozo donde el hasta el día anterior había estado la bolsa de basura. Conseguí que el olor se fuera del todo, finalmente. Luego salí a comer al McDonald's, que hacía cerca de un mes que no lo visitaba. Y ahí empezó a nublarse, pero todavía, la temperatura era bastante buena para poder comer en la terraza. Cuando terminé mi hamburguesa, patatas y alitas de pollo, fui hasta el Spar grande (en pleno centro del pueblo, aproximadamente a media hora de mi casa), porque tenía que hacer una buena compra. Durante el camino empezó a llover. Más bien era urballa, pero el cielo estaba oscuro y anunciaba que iría a más. Llegué al Spar, y me pasé fácilmente una hora comprando. No porque tuviera tanto que comprar, sino porque, ya teniendo teléfono y un diccionario en él, me molestaba en saber lo que estaba comprando (algo que no siempre ha sido así). Cuando regresé a casa con mi mochila de montaña cargada hasta arriba y una bolsa de compra en cada mano, la lluvia había terminado, pero el sol no terminaba de asomar detrás de las nubes. En realidad era la temperatura perfecta para andar largas distancias cargando peso.

   Esta noche hay luna llena. Quiero destacar también lo bonitas que son las noches de luna aquí. Como ya he comentado otras veces, las luces del pueblo son muy tenues, hasta mi casa llegan con muy poca fuerza; la justa para que no me caiga por el barranco. De manera que las noches de luna llena, cuando está el cielo despejado, todo alrededor de la casa está iluminado con una preciosa luz azul-plateada. Todo tiene un aspecto ligeramente mágico, de alguna manera.

   Qué ganas tengo de que esté aquí la Princesa para disfrutarlo con ella. Qué ganas tengo. :-)

« ¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla,
si tu padre nos pilla,
las hostias me las llevo yo?
 »
- Inspirado en José, zorrilla... digoooooo en José Zorrilla. Hoy, Festival del Humor a las nueve de la noche yupiiii.

1 comentario:

  1. Como experto en chistes...venga va, chistes malos, no podía dejar pasar la oportunidad de escribir un comentario después de escuchar no uno si no dos chistacos!!! Jajajaja.

    Sigue así, no solo con el post si no con tu vida, que se te ve a gusto y haciendo lo que realmente quieres.

    Saludos desde Londres

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