lunes, 3 de febrero de 2014

A vueltas con la Pokal

   Hoy estaba empezando a hartarme un poco ya del asunto del Visual Studio. Tres días llevaba intentando compilar un proyecto, pero siempre me desbordaba memoria nada más arrancar. No llegaba ni a ejecutar el main, abría en una función que ni siquiera era mía. En un momento del día, entre otras ideas, Áigor me ha sugerido que compare la línea de comando de la compilación (que se genera a partir de las opciones del entorno) con la de otros proyectos. Y mira que haciendo eso, al final he dado con un par de opciones que me sobraban, y a última hora he conseguido que el invento compile. Ahora me falla en otro sitio, pero al menos ya estoy depurando mi programa, y no métodos extraños en librerías de Windows que ni conozco ni me son útiles para nada. Seguramente mañana pueda pegarle un buen empujón al proyecto, ya era hora.

   Mientras tanto, Javier se queja amargamente (y con razón) de que no tiene trabajo que hacer. No entendemos muy bien cuál es la estrategia que siguen nuestros jefes para decidir qué issues pasan a la cola de tareas que tenemos que hacer, y cuáles se quedan a la espera. Supongo que un día de estos vendrán a decirnos que hay cinco cosas nuevas que hacer, y la versión se entrega el siguiente viernes. De momento, el parón a mí me está sirviendo para aprender a pelearme con el entorno.

Cómo sacarle partido a una copa
de Eisstock
   Curiosa ha sido la llamada que he recibido a media mañana, de Alexandra, una de las personas que organizaron el evento del Eisstock el pasado viernes. Me ha dicho que tengo que llevar el trofeo porque era para tenerlo en la oficina, y además me tienen que hacer una placa o algo así. La verdad, yo no quería llevar el trofeo a la oficina porque me parecía de una actitud muy chula. ¿Quieren que lo enseñe a todo el que entre, y que además les diga "sí, no hubo ningún equipo, esto lo gané yo y sólo yo"? ¡Pero si yo no hice nada para tener ese trofeo en casa, de verdad! En fin, mañana agarraré una bolsa y lo llevaré para allá. Sospecho que habrá cachondeo, y no es para menos.

   La clase de alemán ha estado bastante bien. Hoy mi compañero bosnio se ha enterado de un poco más. Aunque cuando hacíamos ejercicios de conversación quería ir muy deprisa: más que hablar bien parecía que quería echar una carrera a ver quién terminaba de hablar antes. Y mira que yo soy de hablar rápido, en general. Más curiosa ha sido una chica rumana que ha venido nueva hoy, que cada vez que le preguntaban algo se quedaba callada, o contestaba para el cuello de su camisa. Y entendía lo que le estaban pidiendo (otros compatriotas además se lo señalaban). Era sencillamente miedo a hacerlo mal. ¡Pero si allí es precisamente donde tenemos que hacerlo mal! No sólo es una clase, ¡es una clase de nivel básico! ¡Estamos con My taylor is rich and my mother is in the kitchen! No voy a volver a divagar sobre el tema del miedo, no creo que haga falta.

   Pero realmente, tampoco tengo muy claro qué debe de pensar esta persona. No es como si el resto de nosotros hiciera los ejercicios perfectamente (aunque alguno se cree que sí). Lo dicho, estamos en una clase de primero. Estamos todos haciéndolo fatal, en eso consiste. Estamos allí para aprenderlo. Y somos adultos, y estamos allí por un motivo. No tenemos seis años y no estamos allí porque nos obliguen. Así que, ¿por qué no participar?

   Por cierto, que el próximo miércoles tengo clase, pero Javi no; iré en tren, que será mi primera experiencia de transporte público desde el día que llegué. Y la semana que viene no tenemos clase ninguno, porque aparentemente en febrero, una semana, suelen cerrar todos los colegios. Unas vacaciones escolares de las que no hemos oído hablar en España. No, nosotros como país laico que somos, preferimos hacerlas en Semana Santa. Para que los niños no se pierdan las procesiones ni Ben-Hur por televisión. La verdad es que me han resuelto un problema: justamente la semana que viene estaré viviendo en la granja aquella a la que fui el sábado, perdida de la mano de Dios, y había visto que los autobuses sólo duraban hasta las seis y media. Ni hecho a posta. De esta manera no tendré problema.

   Eso sí, me temo que durante esa semana este blog estará en silencio... Aprovecharé para escribir relato.

Echa a andar
y si la vida te pisa
desenvaina una sonrisa
¡y vuélvete a levantar!

- Mägo de Oz

PD: Un premio para el que sepa de dónde ha salido la imagen.

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