domingo, 2 de febrero de 2014

Vaya semanita

   Sí, sé que llevo mucho tiempo sin publicar, pero la verdad es que ha sido una semana bastante complicada, en cuanto a que ha habido muchas cosas que hacer. Como ya adelanté en el último post, he empezado el curso de alemán. Y eso ya me deja bastante poca energía para cuando llego a casa.


   El curso va bastante bien. Lo único malo es que luego he querido retomar el que estaba haciendo online, y me ha costado horrores, porque claro, estoy en un punto diferente. Le he perdido totalmente el hilo. Ahora volveré a intentarlo. Además, el compañero bosnio de al lado sigue sin enterarse de nada. Es raro, porque hay gente en la clase que habla su mismo idioma y que podría ayudarle, sobre todo una chica llamada Sisisisiana o algo así. Yo sólo entiendo *ana. Pero cuando le explica algo parece que le echa la bronca, es bastante creída la chica. Y yo no puedo ayudarle mucho si no habla tampoco nada de inglés.

   Es curioso este curso, en el que no nos dejan entrar calzados a la clase. ¿Acaso no limpian el suelo? El martes tuve que comprarme un par de chanclas (que todavía no me atrevo a usar en el trabajo, por aquello de las armas de destrucción masiva). Aprovechando, encontré de casualidad una mochila muy maja por 20€, y la compré. Estaba bastante cansado de arrastrar la carpeta bajo el brazo por las mañanas.


   La semana que empezó con un tiempo muy malo (o bueno, para la gente de aquí) ha ido mejorando después. O empeorando, según se mire. Después del lunes, la nieve empezó a amainar considerablemente. Hacia el jueves empezó más bien a llover, con lo que se ha ido mucha. El problema es que la temperatura ha subido de día, pero no de forma exagerada por la noche. Por las mañanas hay unos bloques de hielo en la carretera que son como para bajar más deprisa.


   Estoy cogiendo demasiada afición a los Kit-Kat de la máquina de la estación de trenes. Por el bien de mi economía y de mis triglicéridos, debería controlarme.


   En el trabajo, he empezado a hacer una herramienta que, utilizando algunas funciones que ya estaban hechas, coge un fichero XML, lo convierte en sentencias SQL, y las ejecuta en la base de datos (a alguno lo que acabo de decir le sonará a chino, ya). Es lo primero que hago puramente de programación desde que he llegado. La experiencia está siendo bastante catastrófica, la verdad. El código no me está quedando excesivamente limpio, me gustaría comentarlo más pero tenemos una política de no escribir comentarios que no sean imprescindibles. Sí, como suena. Según nuestra convención de código, tenemos que comentar lo justo y necesario para hacer aclaraciones, y punto. Me pregunto si también dirá algo sobre no documentar las clases que se crean. Además, compilar en Visual C++ es de por sí complicado, pero si encima tienes que linkar con librerías que ya existen es peor. Y si estas librerías están diseñadas para aplicaciones de ventanas, y lo que estás haciendo es una aplicación de consola, la pesadilla para conseguir que las librerías funcionen correctamente es considerable. Aún así, tengo esperanzas de que el asunto de los links lo tenga solucionado el lunes, y tal vez el martes ya tenga la aplicación finalizada. La verdad es que me gustaría haberla terminado antes.


   También hay un pequeño conflicto, ya que, sin citar nombres, uno de nuestros compañeros ha hecho una entrega con una descripción en la que decía que, entre otras cosas, daba marcha atrás los cambios de otro compañero porque habían provocado más problemas sin solucionar ninguno... Poniendo el nombre de esta persona, es decir, con dedo acusador. ¿Qué clase de compañero hace eso? ¿Un trepa?


   El jueves, después de la última pesadilla relacionada con las tarjetas de crédito, por fin conseguimos comprar el billete de avión para Aida. Al fin. Parece que está hecho, el billete lo tenemos y las vacaciones están pedidas. Ya parece que mucho se tienen que torcer las cosas para que no nos veamos, y nos abracemos sin parar el día 8 de marzo. Lo cual, si me salen las cuentas de cabeza, son treinta y cuatro días desde hoy. Los dos estamos increíblemente ilusionados por que llegue ese momento. Incluso la gente de su entorno que al principio tenía más miedo parece que ya empieza a confiar un poco en que no la voy a vender por camellos ni nada así. Entiendo las reservas de la gente, yo en su lugar pensaría lo mismo. Espero que cuando ella regrese sana, salva y feliz, ya nadie tenga ninguna duda.




   El viernes por la tarde, unas cuantas personas de la empresa subimos una montaña para ir a una pista de Eisstock. El Eisstock es un juego de invierno que parece que aquí gusta bastante, como todos los juegos de invierno. Como dijo Patxi, es curioso que en los países más fríos sea donde más afición hay por los deportes de exterior. Como sea, el Eisstock se parece un poco a la petanca. La gente se tiene que dividir en dos equipos, y básicamente hay que lanzar unos discos, con un palo sobre ellos para cogerlos, deslizándose a través de una pista de hielo hasta dejarlo lo más cerca posible de un ladrillo en el otro extremo. El equipo cuyo uno de sus miembros sea el que tiene su disco más cerca del ladrillo al final, gana. Y, como en la petanca, la gracia del juego consiste tanto en tirar tu disco cerca del ladrillo como golpear y alejar los discos de los contrincantes.


   Al principio tiramos una ronda para ver quiénes serían los capitanes de los equipos. Resulta que yo fui uno de ellos (no sé si porque mi disco quedó más cerca del ladrillo, la verdad es que ni me fijé, sólo me lo dijeron). Como capitán, yo tenía que tirar el primer disco de mi equipo, y luego, con un bastón alto, indicar a mis compañeros hacia dónde tenían que tirar para acercarse al ladrillo, o echar a los discos de los adversarios. Mi equipo ganó, gracias sobre todo a un chaval, cuyo nombre desconozco, que tiraba el disco donde le daba la gana. Y, no digo esto por ser mala sangre, pero es que fue muy gracioso: cada vez que tirábamos el disco tan mal que daba una vuelta de campana, nos daban un trago de schnapps, una especie de aguardiente; Patxi se bebió más de media botella.



   Mi equipo ganó, y la sorpresa mayúscula llegó durante la cena (por cierto, unas costillas tremendas), cuando me dijeron que como capitán del equipo, yo me llevaba el trofeo a casa. Durante un año. Dentro de un año volveremos a competir y otro se llevará el trofeo. Yo no me lo podía creer, seguía repitiendo "Is this for real?". Aquí lo tengo, y es la clave de que pueda recordar el nombre del juego de marras. Imagino que la semana que estaré fuera se lo dejaré a Gerlinde para que lo guarde, es tontería estarlo moviendo de un lado para otro.

   Ayer sábado celebramos el cumpleaños de Javi, que fue el pasado jueves. Cenamos en un Steakhouse y luego nos fuimos de copas. Estuvo bien, ya no me emborracho tanto como los primeros días. Y en el antro donde estuvimos había un par de fulanas que no sé si estaban borrachas o sólo intentaban llamar la atención con un baile que, de exagerado, yo definiría más bien de aspavientos. Uno de nuestros compañeros, estuvo a punto de irse a casa con una de ellas, o con las dos. Durante un momento de duda nos pidió que alguno se las quitásemos de encima, cosa que no me sentía ni remotamente capaz de hacer. Además, ¿por qué no iba a llevársela a casa? Es adulto, narices. Bueno, al final, los acompañantes masculinos de las locas parece que le convencieron de que no se acercase demasiado.


   Antes de eso, por la mañana, fui caminando, bordeando el río, hasta donde me voy a alojar a partir del próximo viernes, durante una semana. La verdad, el sitio precioso a más no poder. Pero no es ni siquiera un hotel. Es una granja, en la que deben de alquilar casas, lo mismo, para los turistas. Se supone que lo contraté con desayuno, y no vi siquiera una recepción. ¿Dónde se supone que me van a dar el desayuno? Además, allí no había nadie excepto una perra bien simpática, que de aburrida, en seguida quiso venirse conmigo.

   Eso sí, el camino fue precioso, y lo pasé cavilando junto al frío río sobre cómo he llegado aquí. Y cómo voy a llegar donde sea que llegue. Estuve pensando acerca del miedo, sobre todo. Es el miedo, sólo el maldito miedo, el que nos mantiene parados. El miedo a fracasar, el miedo a que las cosas no son como esperásemos. Yo soy de la opinión de que no hay nada que haya que temer más que el propio miedo. Si te pasas la vida pensando que las cosas van a salir mal, es muy difícil que salgan bien. ¿Por qué tienen que salir mal? Hace un mes me mordía la lengua para no entrar en debates políticos, y mira, hace dos días me llevé a casa un trofeo de un deporte del que jamás había oído hablar. ¿Cómo? Pues yo creo que porque no lo he pensado. En todo lo que hago, esa es la filosofía que quiero seguir: que el miedo no me detenga. Otras cosas puede que lo hagan pero no el miedo. Porque es cierto que las cosas pueden salir mal, o no salir como estaban previstas. Soy consciente. Pero también es posible que las cosas vayan estupendamente, y no sería el primer, ni el segundo, ni el tercer caso. Y sí, esto es aplicable para empezar un nuevo trabajo, para empezar una nueva vida en otro país, para empezar un nuevo proyecto personal, o para empezar un amor que objetivamente parece bien complicado. Acaso, ¿qué es lo que tememos perder si fracasamos, si lo comparamos con lo que podríamos ganar si tenemos éxito? Nada, en el fondo. 




   Últimamente oigo hablar mucho de que hay que tener los pies en la Tierra, no estar en las nubes. Que el mundo es el que es. Y la verdad es que cuanto más lo pienso, más en desacuerdo estoy. Igual (por no decir que seguramente) me acabaré llevando palos, pero creo que aún así voy a seguir estando en desacuerdo. Cuando el mundo pensaba que al oeste del océano no había nada salvo monstruos y oscuridad, un italiano se presentó en la Universidad de Salamanca proponiendo cruzar este océano, porque él pensaba que la Tierra era redonda, y que se podía abrir una ruta comercial con China por ese camino. Y las mentes más brillantes de la Cristiandad dijeron que aquel proyecto era imposible, y que se bajase de la nube. Hace cincuenta años, un tal Gene Rodenberry creó una serie ambientada en el futuro que, entre otras maravillas, mostraba una computadora de bolsillo con la que los personajes se podían comunicar entre ellos y saber su localización. Hace ciento cincuenta años un tal Julio escribía sobre viajar a la luna, o a las profundidades marinas. Ya no hablemos de los logros científicos de Marie Curie o Albert Einstein, o de los logros sociales de Martin Luther King o el lamentablemente olvidado Vicente Ferrer. Como decía Harry Potter: todos ellos personas que empezaron siendo exactamente lo mismo que nosotros. Personas normales, que no creyeron que el mundo es el que es y punto, sino que se puede mejorar.


   El mundo es el que nosotros hagamos de él. La vida es lo que nosotros hagamos de ella. Y yo no quiero tener miedo de seguir avanzando adelante como el BBVA. Porque así, avanzando adelante, sin miedo, es como voy descubriendo cosas nuevas, aprendiendo cosas nuevas. Ganando experiencias. Las experiencias nuevas, el conocer cosas que antes desconocíamos, es lo que alimenta el espíritu. Y alimentar el espíritu es, por poco, más importante que alimentar el propio cuerpo. Porque cuando el espíritu está bien alimentado, nos hacemos fuertes. Fuertes para que los intentos de algunos individuos por hacernos sentir peor no nos afecten. Fuertes para que nada que no nos haga más felices nos pueda tocar. Fuertes para sentir que tenemos todo lo necesario, y que ahora podemos aportar algo al mundo. Yo espero poder aportar algo. Lo deseo con todas mis fuerzas.


   Y la verdad, imagino que será algo más relevante que un programa de ordenador. Aunque quién sabe... Steve Jobs y Bill Gates también han cambiado el mundo.



"La NASA tiene una frase que reza 'El fracaso no es una opción'. Aquí y ahora yo os digo: el fracaso es una opción; el miedo no."
- James Cameron, en la conferencia de TED, 2010




2 comentarios:

  1. ...Y Olé... ¡Ahí queda eso!. Siempre tendrás todo nuestro apoyo y admiración.

    Pa y Ma.

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  2. Todo eso pensaste? Chico, que largo debe ser el camino!! XD

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